Dormía con su homicida

La roja 02/10/2018 05:18 Tanya Guerrero Actualizada 05:20
 

Su última publicación en Facebook presagió su destino: “Hago directamente responsable al sr. Alberto Cárdenas Camarena y a su amante, Catalina Barajas, y a toda su familia si algo nos pasa a mis hijos o a mí”. Catorce horas después, en la víspera de la Navidad de 2017, Alexandra Castellanos Méndez fue asesinada. 

Su cuerpo fue encontrado la mañana del 24 de diciembre, a bordo de un automóvil estacionado en El Zapote, una colonia popular aledaña al Aeropuerto Internacional de Guadalajara, a 30 minutos de donde la mujer de 44 años vivía. 

Tenía seis heridas en el tórax, presuntamente de disparos hechos por Enedina Hidalgo, amiga cercana de la ex pareja de Alexandra, Alberto Cárdenas Camarena, y presunto autor intelectual del feminicidio.

  era violento. Alexandra no era vidente, ni profetizó su muerte. La advertencia que publicó obedecía a las agresiones por parte del hombre con el que compartió los últimos 15 años de su vida.

La lista de abusos que ella y sus hijos vivían, incluía violencia psicológica constante. “Cada dos meses cambiaba de celular porque él le rompía los teléfonos. Alberto era muy celoso y posesivo, le tijereteaba la ropa. Cuando se peleaban, hackeaba sus cuentas y subía fotos para desprestigiarla”, comenta un familiar.

agresiones. Además del aniquilante abuso psicológico, Alexandra vivía violencia económica. Cuando buscaba empleo, el hombre le decía que lo único que quería “era andar de ‘puta’ y no cuidándolo, como era su responsabilidad”.

El 30 de junio —el día que Alexandra cumplió 44 años—, después de una discusión más, Alberto terminó la relación, pero antes le advirtió a ella y a sus hijos, que tenían que desalojar la casa que durante años ambos construyeron. Varias veces, durante los seis  meses con más tensión, el hombre la  amenazaba, decía que “la iba a sacar de la casa, muerta si es necesario”. 

El 12 de octubre, Alberto fue a la casa de Alexandra para golpear al técnico que le ayudaba para sustituir los cables de luz, que él mismo días antes había cortado. Ahí, el hombre de 59 años, quien se dedicaba a la asesoría de campañas políticas, amenazó una vez más a Alexandra con que si lo denunciaba, en la Fiscalía “no le harían caso porque todos eran sus amigos”. 

sí denunció. Alberto alardeaba de su parentesco con el político Cuauhtemoc Cárdenas y con el hijo de este, Lázaro Cárdenas Batel, ex gobernador de Michoacán.

Aún así, Alexandra inició la denuncia en Fiscalía Estatal del Estado de Jalisco, donde además, solicitó protección. La noche del 28 de noviembre sufrió un atentado. Dos disparos entraron por su ventana y, sin mediar investigación, las autoridades determinaron se trataba de “balas perdidas”.

Las constantes denuncias que Alexandra hizo a sus amigos y conocidos en Facebook fueron la antesala de su muerte. En los últimos meses, repitió en cada publicación que temía por su vida, hasta que el sábado 23 de diciembre salió a una fiesta y no regresó. 

Sus hijos, preocupados porque llevaba horas sin contestar el teléfono, alertaron al resto de la familia; cuando preparaban la celebración navideña, recibieron la llamada sobre la muerte de Alexandra.

Dos días después, Enedina, Jesús, hermano de Enedina, Alberto y Catalina, su amante, fueron detenidos; los primeros como autores materiales del homicidio, los dos últimos como autores intelectuales.

La investigación sigue en curso,  apunta a que esa noche, después de la fiesta en la que estuvo, Alexandra fue emboscada presuntamente por encargo de Alberto y Catalina, y asesinada en su coche.

Durante un año, Alberto ha promovido  amparos que han detenido el juicio por feminicidio, en el marco de un proceso plagado de omisiones por parte de las autoridades, que no preservaron la integridad de esta mujer a pesar de recibir  constantes amenazas y ataques en su propia casa.

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