Arrebataron niñez a Mari José, en Nicolás Romero

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(Foto: Archivo, El Gráfico)

La roja 30/04/2019 09:00 Tanya Guerrero Actualizada 10:00
 

A Mari José López Herrera la asesinaron con el arma que ella le tomó a su padre para venderla y comenzar una nueva vida junto a Nereo Rodríguez Hernández, su feminicida. 

Tres días antes de ser asesinada, el 16 de mayo de 2014, “La China” desapareció por tercera vez en tres años. Nereo le pidió que se fuera con él, pero a diferencia de las dos anteriores, esta vez el hombre, de 20 años, no tenía la intención de hacer una vida con ella, como se lo prometía. Quería asesinarla para vengarse porque meses antes Mari José, en su intento por librarse de la relación violenta que llevaban, había iniciado una relación con otra persona de quien quedó embarazada. 

El cuerpo de Mari José fue hallado en el monte del Rancho Las Estacas, en Nicolás Romero, a menos de un kilómetro de la casa de Maru, su madre, y a 300 metros de la casa de Nereo, quien fue detenido ese día. 

SÓLO 11 AÑOS

Ellos se conocieron cinco años antes, cuando Mari José tenía 11 años y Nereo, 16. Ambos eran vecinos de la localidad de San José el Vidrio.

El día que “La China” cumplió 12 años, Nereo quien era pastor, le pidió permiso a Maru para que él y Majo fueran novios, pero la madre se negó porque su hija era aún una niña.

HUYE

A la mañana siguiente, cuando Maru regresó del trabajo, descubrió que su hija se había llevado sus cosas para iniciar una vida en pareja con Nereo, quien la llevó a casa de sus padres, cruzando la calle.

Tanto Maru como el padre de Mari José intentaron hablar con su hija y hacerla entrar en razón. Le decían que no era momento, que era prácticamente una niña, pero Majo no quiso regresar. Los padres dejaron de insistir pensando que se daría cuenta de su error. 

Al mudarse, Mari Jose dejó de estudiar y se dedicó a labores del hogar. Desde la ventana, su madre veía que pasaba las tardes lavando el patio y colgando la ropa recién lavada de Nereo, quien además le prohibió visitarla. Tanto Nereo como su padre, mantenían la creencia de que las mujeres sólo “servían para la casa”.

LA RESCATAN

Siete meses después, las vecinas de Maru le avisaron que su hija quería salir de la casa de Nereo, pero que las hermanas de éste no la dejaban. Ese día, Maru sacó a Majo de la casa y su hija le confesó que Nereo la golpeaba. La semana siguiente, Nereo se cansó de rogarle a Majo para que volviera y fue por el acoso que la familia decidió que la adolescente, ya de 13 años, se mudaría a casa de su papá. Nereo insistía.

CEDE OTRA VEZ

Dos años después, “La China” cedió y el resultado fue el mismo. Él la golpeaba y ella regresó con sus padres. Con el tiempo, Majo trató de hacer su vida, estudiar y conocer a otras personas. Se enamoró de un joven de quien quedó embarazada, pero la relación fracasó porque el acoso de Nereo nunca cesó. 

Majo estaba decidida a tener al bebé, pero temía que Nereo les hiciera daño. Por desgracia, no se equivocó. 

SE LLEVA LA PISTOLA

El viernes 16 de mayo, Mari José no regresó a casa de su padre y dejó de responder llamadas como cada vez que escapaba con Nereo. Pero ahora, Majo se llevó la pistola de su papá. Cuando Maru se enteró de esto se le enfrió la sangre: “Tenía tanto miedo de que ante la presión de Nereo ella pudiera hacer algo, me preocupó”.

Iniciaron la denuncia por desaparición en el Ministerio Publicó de Atizapán de Zaragoza, después de buscarla por toda la colonia. Lo que más desconcertó a la familia fue que ese fin de semana vieron a Nereo abrazado de otra chica en la calle y de “La China”, ningún indicio.

El lunes 19 de mayo, el perro de un vecino del Rancho Las Estacas, encontró enterrado en el monte, el cuerpo de una mujer. Era Mari José, de 16 años y tres meses de embarazo. Minutos después de ver pasar a su hija en una camilla del Semefo, Maru afirma que los ministeriales corrieron a la casa de Nereo y lo detuvieron. 

LA MATÓ A TRAICIÓN

El hombre confesó haber citado en el monte a Majo para platicar, aunque habían acordado que ella tomara el arma de su padre para venderla y, con ese dinero, se mudarían lejos para hacer una vida juntos. Nereo afirma que tuvieron relaciones sexuales consensuadas, pero que de pronto empezaron los reclamos otra vez. Nereo la abrazó por detrás y, a traición, le disparó en la cabeza con la misma pistola con la que comenzarían su vida. Él cavó una fosa donde la enterró con todas sus pertenencias.

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