En Xochitepec

Procesión en el reclusorio de Atlacholoaya

Los internos del penal hicieron a su modo la representación de la Crucifixión de Jesús

(Foto: Moisés Sánchez)

Morelos 31/03/2018 16:59 Moisés Sánchez Actualizada 17:00
 

Por un momento, su pasado no importa. Tampoco el calor y el sol ardiente que quemaba cabeza y hacía del concreto un infierno. En una de las esquinas de una explanada, violadores, asesinos, asaltantes o hasta secuestradores rezan y se turnan para cargar una cruz.

Al interior del penal de Atlacholoaya, al poniente del estado, cerca de cien criminales tratan de representar la Pasión de Cristo. No tienen la indumentaria correcta, tampoco papeles que interpretar. Todos visten de manera casi igual, pantalón café y playera amarilla, y a quien se le antoje puede cargar la cruz. 

“No representan papeles, no hubo tiempo (para ensayar). El año pasado lo hicieron descalzos, nadie los obligó”, dice Josefina Rojas, una de las coordinadoras. 

Josefina es una voluntaria proveniente del Estado de México; es católica y pertenece al Pastoral de la penitenciara católica.

“La Cruz son los pecados para redimirnos y salvarnos. Jesús vino a cargar la cruz y ellos quieren sentir esa sensación. Ellos quieren sentir ese peso y dolor, en el calor, no es comparado al o que sufrió Jesús, pero quieren sentir un poco de eso”, asegura, suave, como si no quisiera a interrumpir a los reos que avanzan con la procesión a sus espaldas. 

Playera blanca, unos lentes colgando de la misma, pantalón café, un cinturón vaquero y zapatos negro son la vestimenta del reo que tuvo la oportunidad de cargar la cruz. El sol le da de lleno, al igual que a sus compañeros, y su cara se llena de algo muy parecido a la preocupación. Tal vez sólo es el sol.

Los reos caminan dentro de un circuito determinado con anterioridad y cada 20 o 30 pasos se detienen a orar y a que la cruz cambie de portador. Todo parece improvisado, pero no. Al menos los oradores fueron seleccionados desde que empezó la cuaresma, sostiene Josefina, que se empeña en hablar quedito. 

Luego de esto hay muchos cambios, son personas diferentes y quieren seguir el camino”, dijo Josefina, tranquila, con un dejo de esperanza. 

Aunque no todo es por el cambio y sanación espiritual. El grupo que está en la representación del viacrucis rebasa las 100 personas, sin embargo, Josefina explica que sólo unos 60 son de su grupo, el resto sólo asistió porque dentro de unas horas darán de comer un menú diferente al de todos los días. 

“Les daremos huevo con chile, arroz, frijol y de postre arroz con leche y agua de Jamaica. A todos se les da, ni modo que les digamos, tú no comes porque no vienes, no podemos hacer esas distinciones”, señaló la coordinadora.

El peregrinar de los reos se interrumpe. Los custodios los llaman, deben pasar lista y constatar que el grupo siga completo. Todos se apresuran: atrás dejan la cruz recargada en un árbol y la imagen de la virgen María, que escucha el cantar de las aves mientras vigila las rejas y muros que todo este tiempo limitaron el andar de los reos. 

(Fotos: Moisés Sánchez)

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