Como usted sabe, 14 personas fueron baleadas el pasado fin de semana en una sureña población de Veracruz, entre ellas, un bebé. Siete recibieron el tiro de gracia. La violencia continuó hasta en los servicios funerarios donde un pistolero abrió fuego contra uno de los deudos. 

La poca cantidad de noticias durante la Semana Santa hizo que la gente y los periodistas dimensionaran de una manera más humana la fatalidad de los hechos. Sería perverso pensar que hay quienes celebran el aumento de la violencia en el país para fustigar al nuevo gobierno, aquello sucede con más frecuencia de lo que imaginamos en los círculos de la clase política, pero entre la gente, esa que sale a votar sin necesidad de acarreos o compra de votos, la percepción es de incompetencia. 

Pero sorprendió aún más el silencio del presidente Andrés Manuel López Obrador para condenar los hechos, para dar el pésame a los familiares de las víctimas. Es en momentos como éste que se espera la respuesta del líder de una nación donde se nota la talla de los gobernantes. Muchas horas después de lo esperado, Obrador asomó la cabeza para culpar a sus antecesores del desastre que sabía iba a recibir desde los tiempos de campaña. 

Más que presidente tenemos a un político en campaña electoral permanente, lea usted: “Callaron como momias cuando saqueaban y pisoteaban los derechos humanos y ahora gritan como pregoneros que es inconstitucional hacer justicia y desterrar la corrupción. No cabe duda de que la única doctrina de los conservadores es la hipocresía. Son como sepulcros blanqueados”. Vaya, vaya. La verdad es que 30 millones no se callaron cuando salieron a votar por Morena en 2018 y lo último que esperarían es tan corta visión y tan corta estatura política de su candidato. 

Y ya que al Presidente le gustan demasiado los símbolos debería poner atención en la emotiva ceremonia de despedida que recibió la más pequeña de las víctimas y su padre en el parque de beisbol “Beto Ávila”. 

Ya no es posible culpar a quienes estuvieron antes en el poder para justificar la incompetencia del presente. Porque ahora Morena cuenta con el poder en Veracruz y el municipal donde ocurrió la tragedia.

Pero López Obrador aprovechó el marco de la tragedia para manifestar su respaldo al gobernador Cuitláhuac García, delante de la plana mayor del gabinete de seguridad en el marco del 105 aniversario de la defensa heroica del Puerto de Veracruz. 

Pero más tarde AMLO fue abordado por reporteros y el tema caliente fue la matanza en Minatitlán. Lo más que alcanzó a articular es que le dejaron un “cochinero”. Pero como lo hemos dicho, sin exagerar, un millón de veces: ya lo sabíamos. 

Para López Obrador los homicidios como el de Minatitlán y como los dos mil mensuales desde diciembre de 2018 son “inercia” del pasado. Pero debe saber que aquello no cuenta como “carreras sucias” en el beisbol, donde los corredores heredados al relevista que anotan van a la cuenta del antecesor. El beisbol es más justo que la vida. Se tenía que decir. Porque a los familiares de las personas fallecidas no le pedirán cuentas a los villanos favoritos: Felipe Calderón y Vicente Fox, no. Le están exigiendo resultados al gobernador “Cuitla-cuac” García y al presidente de todos los mexicanos, no al incansable candidato.