Las migrañas del fracaso

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(Foto: Archivo, El Gráfico)

Al día 03/10/2019 10:05 Roberto G. Castañeda Actualizada 10:05
 

Tu padre te dijo que el futbol no dejaba nada, que mejor estudiaras. Tu maestro menos apático te sugirió que tenías vocación para la ingeniería. Y aquel tío un poco calavera pronosticó que serías un chingón y recorrerías mucho mundo: “sólo sigue tus instintos”…

Así que descuidaste la escuela, te empeñaste demasiado en el futbol y la novia, tronaste matemáticas dos cursos seguidos, y encontraste consuelo en la mediocridad: total, si no la hago, me dedico al negocio de mi jefe. Pero aquel changarrito ya no es lo que era antes, apenas alcanza para sobrellevarla. Ni modo que te metas de microbusero o que te juntes con el 'Brayan' que nomás anda rolando en la motoneta para ver a quién le chinga el celular. Y tu vocación de ingeniero está en veremos.

Y el futbol lo mismo, porque ya te tronaron los meniscos de la rodilla. Y tu vieja se hartó de estar encerrada, mirando la tele o jugando videojuegos, así que mejor se largó. Tu padre siempre te dice que deberías trabajar en el micro de tu padrino. Preferirías ser una botarga del Doctor Simi, que lidiar con el pasaje y los asaltos cotidianos. “A ver si vas buscando trabajo, porque ya me cansé de mantener webones”, reclama aquel señor panzón que sientes tan extraño pese a que siempre cena a tu lado. Y mastica con la boca abierta y eructa como una bestia. 

Tú sólo piensas en escapar un día y aún insistes en que el mundo es el que gira hacia el lado incorrecto, que eres víctima de los errores ajenos, que algún mecanismo del destino se volvió en tu contra. Es más fácil 'tirarse' para que lo levanten a uno, que ponerse las pinches pilas y mandar todo al carajo para comenzar de nuevo. Pero no fuiste educado para luchar, sino para quejarte. 

Pinche gobierno, pinche destino, pinche vida culera, pinches ojetes que no me quieren, pinches maestros culeros, pinche familia que como chinga, pinches tardes tan aburridas... Y lo que no has considerado es que te convertiste en un experto en autosabotearte. Pero como dice Bukowski, “aprender a ganar es difícil, cualquier idiota puede ser un buen perdedor”.

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Tu madre te suplicó que no dejarás la universidad, pese a que estabas embarazada. Tu bueno-para-nada estaba más asustado que tú, pero salió con su babosada de “donde come dos, comen tres” para llevarte a casa de la suegra. Y allí vas, a echar por la borda todos los buenos deseos. Y te duele la cabeza, te rechinan las rodillas, pero nada peor que esa melancolía que ensombrece tus párpados. 

Malditos sean los días en que amaneces demacrada. Nunca la realidad fue tan ruda. Nunca tus dudas fueron tan extensas. La confusión vive contigo, se esconde bajo la almohada, te acecha en cada esquina, te sigue los pasos, aunque no la veas cada que te vuelves para mirar a tus espaldas. Carajo, ¿por qué tu mundo es tan complicado? Muy simple: te has empeñado en sabotear tus proyectos. Nadie te los ha robado. 

Tu misma empeñaste tus sueños, aunque llores a destiempo. Y no hay libros de superación personal, ni terapias grupales, ni pinches placebos, que te empujen a salir del agujero. Ya ni llorar es bueno. Aunque las canciones parezcan ser remedio, aunque encuentres algo de consuelo, no hay lámparas maravillosas, ni soluciones instantáneas. Cuando alguien se empeña en ser pendej@, nadie necesita indicarle el camino al infierno.

Podría ser peor, pero todo parece demasiado. Te educaron para quejarte siempre, para solucionar poco y complicar todo. Tu celular no suena con la frecuencia que quisieras. Tus amigos tienen sus propios problemas. Ni un mensaje que te salve de la rutina, ni una llamada que te indique que alguien te extraña. Cada quien sus miserias, cada quien sus miedos y hay que lidiar con ellos. Podría ser peor: si tuvieras que hacer cinco exámenes extraordinarios, si te mandaran a cuidar a tu abuela con Alzheimer, si te emplearas como afanador en unos baños públicos, si a tu madre le diagnosticaran cáncer.. Podría ser peor: si le sumaran otro alfiler al muñeco vudú que tiene un mechón de tu cabello. Podría ser más patético: que tu jodida suerte empeorara. Pero no subestimes al destino, ni te quejes demasiado, capaz que se enfada el diablo ye te manda a sus sicarios. 

Podría ser peor. Pero te sigues saboteando o te haces 'bolita' para no escuchar a Dante Guerra: "Demasiados fracasos en tu historial,/ tanto y tanto golpe de timón/ reflejan tu escasa habilidad/ para lidiar con el pinche corazón./ Y la migraña de las decepciones,/ nunca se cura con mezcal reposado/ ni tampoco con malditas canciones/ para los que están desesperados". 

 

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