Sentí cómo crecía su miembro en mis dedos

Querido diario: En el cuarto reinaba el silencio, el calor de abril incendiaba el ambiente. Me acerqué a ti, me colgué de tu cuello y te puse un beso en la mejilla. Me tomaste de la cintura y susurraste palabras cachondas.

Bajaste tus manos a mis nalgas, me besaste el cuello y respiraste hondo como queriendo recoger hasta la última partícula de mi perfume, me apretaste las nalgas y me jalaste hacia tu cuerpo, sentí tu paquete bajo la tela del pantalón, bajé mi mano hasta allá y comencé a acariciarte el bulto por encima de la tela.

Mirándote fijamente, tomé la bragueta y la bajé con cuidado. Me excita tanto meter mi manita por la hilera dentada del cierre de tu pantalón y sentir cómo crece en mis dedos tu miembro.

Me puse en cuclillas, ya con tu miembro enorme, palpitante como cañón en tropa de guerra y comencé a masturbarlo buscando a tientas el condón que había dejado cerca; te lo puse con más ansiedad que prisa. Me retiraste el pelo de la cara, para ver cómo tu miembro me llenaba la boca.

Sentí su dureza entrar por mi boca, comenzaste a moverte como si me estuvieras cogiendo la cara. Cuando, en mi paladar, chocó la punta de tu miembro y te quedaste quieto, sentí la leche que llenaba el condón. Mis piernas temblaron y me agarré de tus muslos para no caer. Te quitaste el condón, trofeo lechoso de un trabajo bien hecho. Sígueme en Twitter: @Lulupetite2021. 

Hasta el martes, Lulú Petite