Nuestros orgasmos se sincronizaron muy rico

Querido diario: Te encanta que te la mame. Te sientas en la cama, con las piernas abiertas, para que yo quepa en medio, con las rodillas en la alfombra mis manos en tus muslos y mi boca, devorando tu herramienta. 

Me miras fijamente. Te pone tan cachondo ver cómo te la chupo, que me entusiasma hacerlo. Sentir cómo te estremeces, cómo tu respiración se agita y tus manos me acarician.

Estoy desnuda. Acaricio mis senos mientras chupo tu sexo. Sé que te gusta verme pellizcando mis pezones, gimiendo por la sensación de tu sexo en mi garganta, lo que quizá no sabes, es que eso también a mí me pone cachonda. Escuchar tu placer, sentir cómo creces en mi boca, acariciar tus piernas, chocar mi nariz contra tu pubis y respirar tu perfume varonil, aferrarme a tus muslos.

Me pongo de pie besándote el abdomen y el pecho. Me apoyo en tus hombros y te doy un beso. Tú sigues sentado a la orilla de la cama, me miras de pie y sonríes, mis senos quedan a la altura de tu cara. Me besas un pezón y comienzas a lamerlo pacientemente, mientras con la mano masajeas suavemente el otro. Se me ponen duros como diamantes.

Busco tu miembro, lo encuentro, lo atrapo, lo apunto hacia mi sexo y me siento despacio, me voy clavando entre las piernas cada delicioso centímetro de tu erección.

Te siento completamente dentro y comienzo a cabalgarte, me abrazo a tu cuello. Besas mis senos, acaricias mis nalgas, sientes cómo me muevo. Resoplas. Siento entre mis piernas tu miembro hincharse, vaciarse, explotar. Mi orgasmo viene casi junto con el tuyo. Recobramos fuerzas. Ya te cogí. Ahora te toca a ti. Me vas a coger muy rico.

Hasta el martes, Lulú Petite