No sabía qué hacer con tremendo 'animalón'

No sabía que hacer con tremando 'animalón'

(Foto: Archivo El Gráfico)

Sexo 24/09/2020 12:34 Lulú Petite Actualizada 14:36
 

Querido diario: Me detengo frente a la puerta de la habitación acordada. Hago un puñito y toco. Escucho sus pasos, luego el chasquear de la manija, la puerta se abre. Allí está él. Un hombre enigmático, muy delgado, impecable, huele delicioso.

Estoy en su cama, él está bajo las sábanas, con el bóxer puesto. Yo desnuda, fuera de las cobijas. Su boca lame mis pezones. Sus manos, varoniles, aprietan mis senos. El deseo me palpita en las venas, siento cómo se me acelera el pulso. El olor de su perfume es delicioso.

Él aprovecha el movimiento y mete su cara en mi cuello, lo besa riquísimo, escucho muy cerca de mi oído su respiración agitada, acaricia mi espalda, mis nalgas. ¡Caramba! Ya estoy a tono. Quiero que me coja.

Hago un movimiento, le beso el cuello, pongo mi mano sobre su pecho desnudo, levanto la sábana y él grita: “Buuuuu”.

Doy un brinco hacia atrás ¡Qué pinche susto! Bajo la sábana, como un alien, sale de su bóxer un miembro gigantesco, erecto parecía otra pierna.

Él sabe lo que tiene bajo los calzones, por eso el gritito. Sabía que me iba a impresionar ¿Qué mejor que ponerle más emoción al asunto?

No lo abarco con mis dos manitas. No sé qué voy a hacer con semejante longaniza.

—La tienes inmensa— Le digo mientras se la froto, sorprendida. Él me mira suplicante, sabe que, aunque muchos hombres desearían tenerla gigante, quien realmente la tiene así, tiene dificultades para que alguien aguante todo eso dentro.

—No me va a caber— Le digo con franqueza, aunque sin negar que el morbo siempre es estimulante. Caliente ya estaba y él besa rico. Abrí las piernas y, despacito, no me cupo toda, pero al menos coger, si pudimos.

Hasta el martes, Lulú Petite

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