No aguantamos y lo hicimos en el sillón

Querido diario: Me desnudé frente a él, sentados en el sillón. Él seguía vestido y me pidió que me desnudara lentamente. Me quité el vestido y comencé a moverme sensualmente frente a él en lencería. 

Me pidió que siguiera. Me quité la tanga. La aventé a la cama y le di la espalda. Me acarició las nalgas, pero cuando le señalé mi espalda, desabrochó mi sostén con un chasquido. 

Me di media vuelta y puse mi pezón en sus labios, él comenzó a lamer con los ojos cerrados. Tomó en sus manos mis senos y apretó. Pasaba su lengua por uno y luego por el otro de mis pezones. 

Me senté en su regazo, de frente a él. Nos miramos a los ojos. Como él aún seguía vestido y yo ya completamente desnuda, sentí su sexo por debajo de su pantalón, ya enorme y duro. Se me antojó tanto que puse mis manos en sus hombros y le volví a ofrecer mis senos. 

No quise esperar más. Me arrodillé, desabroché su cinturón, zafé el botón de su pantalón, bajé la bragueta y saqué un miembro enorme, rosado, hinchado, caliente y palpitante que masturbé suavemente, deseando comérmelo todo. 

Me lamí los labios y busqué un condón en mi bolso. Lo devoré todo. Chupé, con mis manos en sus muslos durísimos y su sexo asfixiándome en mi garganta, mirándolo a los ojos. Tenía una mirada tan lujuriosa que sentí escalofríos. 

No podía más. Brinqué a su cuello me agarré de él para levantarme y después, poniendo las manos en sus hombros, me clavé de un sentón en ese fierro erecto que me llenó a fondo. Me moví desesperada hasta que su orgasmo llenó el condón y mi orgasmo me llenó el alma. 

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Hasta el martes, Lulú Petite