Me paga por darme masajes con final feliz

Me paga por darme masajes con final feliz

(Foto: Archivo El Gráfico)

Sexo 14/07/2020 11:28 Lulú Petite Actualizada 11:28
 

Querido diario: Si la mayoría de la gente paga por que le den un masaje, estaría yo loca si no me encantara cuando Eduardo me llama, porque al contrario de lo común, él paga por darme masajes a mí.

Eduardo es un hombre alto, de brazos fuertes y, créemelo, tiene unas manos espectaculares.

Cuando nos vemos, sé lo que debo hacer: Desnudarme y, mientras él pone música relajante, recostarme boca abajo. Él se sienta en la orilla de la cama, dándome la espalda, toma mis pies y comienza a masajearlos con aceite. Con sus pulgares aprieta deliciosamente mis plantas, mientras el resto de sus dedos dan placer a mi empeine. Después de un rato y de haber atendido uno a uno los deditos de mis pies, sube su mano despacio por mis piernas.

El masaje en las pantorrillas es espectacular y el de los muslos me fascina. Sus dedos van trazando caminitos mágicos de presión. Al llegar a mis nalgas mi deseo es inmenso. Lo que hace cuando toca mi torso me desarma. Es tan grande el placer que provoca cuando traza caricias por el lienzo de mi espalda, dibujando en ella la forma que debe tener el placer. Después de masajear mi cuello me da vuelta.

Sus manos recorren mi abdomen y senos. Acaricia mis pezones deliciosamente, sólo con sus manos, sin besarlos ni mamarlos. Cuando al fin sus dedos llegan a mi clítoris, el deseo es tanto que no puedo contenerme. Siento que me vengo. Entonces sí, abre mis piernas, las pone en sus hombros y con su lengua se bebe mi orgasmo que explota en cascadas por sus labios.

¿Qué si me coge? Claro. Después de eso, no lo voy a dejar irse sin venirse. 

¿A poco no?

Hasta el martes,  Lulú Petite

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