Me hizo poner ojos de huevo cocido, con un juguetito

Me hizo poner ojos de huevo cocido, con un juguetito

(Foto: Archivo El Gráfico)

Sexo 29/10/2020 15:52 Lulú Petite Actualizada 15:52
 

Querido diario: Estaba completamente desnuda. Me pediste que me recostara boca arriba, tomaste una cajita sellada, rompiste el plástico y sacaste un vibrador precioso.

Era púrpura, de silicón, con forma de herradura, un extremo del juguete diseñado para estimular mi vagina, el otro, bien colocado, despacha directamente el clítoris. Tiene un control remoto para modular ocho modos de vibración, desde suave hasta ultra intensas. 

Me explicaste sus usos mientras acariciabas mi cuerpo, besabas mis senos, comías de mis pezones, lamías mi abdomen y también paseabas tus dedos por mis muslos y entre mis piernas empapadas. 

Tomaste mis propios jugos y los esparciste por mi sexo, alcanzaste el vibrador que tenías sobre la cama y con cuidado me lo colocaste. Metiste un extremo en mi vagina empapada y colocaste el otro estratégicamente para estimularme el clítoris.

Yo me retorcía como gatita enjabonada tratando de escapar. El placer era mucho, pero nada comparado con el momento en que tomaste el control remoto y encendiste ese maravilloso juguetito.

De inmediato, sentí un escalofrío que me disparó placer en cada célula de mi cuerpo, cerré los ojos, apreté los dientes, cerré los puños estrujando las sábanas, gemía, gritaba, me retorcía entre las vibraciones y los cambios de ritmo que provocabas desde el control remoto. Me veías morboso, masturbándote.

—Me vengo —grité cuando más no pude. 

Brincaste a la cama y sin apagar el aparato comenzaste a lamer mi sexo. 

Me vine intensamente, mientras recogías con tu lengua los jugos de mi orgasmo, en ese momento, sin tocarte siquiera, eyaculaste sobre la sábana. ¡Carajo! Estaba tan caliente.

Hasta el martes Lulú Petite

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