Lista para toda tu lujuria

Querido diario: Siento tu mirada penetrante. Te miro y sonrío, te veo con tu traje elegante, sentado en ese sillón individual. Separas las piernas, desabrochas tu cinturón, desabotonas el pantalón, te bajas la bragueta. Sacas tu miembro erecto, duro, venoso, tremendo. Lo miro y siento escalofríos. Me ruegas que me desnude.

Te obedezco, dócil. Bajo el zipper de mi vestido y lo dejo resbalar por mi cuerpo. Doy un paso hacia ti, luciendo mi lencería. Sostén de encaje negro, tanga, liguero, tacones.

Doy otro paso y libero con un pellizco el broche frontal de mi sostén. Sonrío cuando mis senos quedan expuestos. Tú jalas despacio tu miembro, que sigue enorme, en tus manos varoniles saltan las venas igual que el caramelo macizo que he de devorarme.

Mis pezones están durísimos. Listos para sentir tus manos, tus labios, toda tu lujuria. Doy otro paso y meto la mano en mi tanga. Siento mi sexo depilado, toco mis labios y los siento ya húmedos. Tengo ganas de ti.

Llego a donde estás ¿Qué hago? No me puedo sentar en tus piernas, ese enorme miembro me lo impide. Me pongo de rodillas frente a ti.  Separas más las piernas y apuntas a mi cara con tu falo inmenso. Alcanzo un condón. Te masturbo un poco antes de ponértelo con la boca. Te la chupo mirándote a los ojos. Gimes.

Te quiero dentro. Te quiero ya. Me pongo de pie y me saco la tanga. Giro dándote la espalda y me acomodo, me voy sentando, dirijo con mi manita tu palo enorme hacia mi abertura. Me clavo lentamente. Estoy tan mojada que resbala bien. ¡Uf, qué delicia!

Comienzo a moverme mientras tú masajeas mis pechos y me besas el cuello, la espalda. Qué rico te siento dentro. ¡Qué rico te cojo!

Hasta el martes, Lulú Petite