La cuarentena me tiene sin hacer 'el delicioso'
(Foto: Archivo El Gráfico)
Querido diario: Esta condenada cuarentena me agarró sin novio y, por sana distancia, con el changarro cerrado. ¿Te imaginas lo que es para una chica acostumbrada a coger un día sí y el otro también, llevar un tan prolongado ayuno de hombre?
Por más que me masturbe, no es lo mismo dos deditos, que de 15 a 20 centímetros de macho. Lo sé, no se ve bien una señorita declarando esos apetitos, pero carajo, si hubiera sabido en mi último servicio que pasaría tanto tiempo sin coger, te juro que no dejo que me la saque. De veras, no es putería, es la costumbre. Si estás tan acostumbrada a algo, cuando te falta, caramba ¡Te falta!
Te cuento todo esto porque esta mañana desperté desesperada. Soñé que iba con un cliente. Como no lo conozco, vamos a suponer que el cliente eras tú (así te presto mi sueño). El caso es que, cuando me acerqué a él, perdón, cuando me acerqué a ti. Me diste un beso de esos que te hacen temblar las piernitas como a Bambi recién nacido.
Puse mis manos en tu nuca y entrelacé mis dedos hundiéndolos en tu cabello, mientras me besabas apasionadamente. No sé cómo, pero de pronto ya estábamos desnudos y tus manos eran miles de manos que me tocaban simultáneamente.
Sentí cómo apretabas mis pezones y los besabas, apretando, succionando, poseyéndome. Sentí tu mano entre mis muslos, abriéndose camino, recogiendo con los dedos mis jugos y regresándolos a su fuente. Sentí cómo me acariciabas el sexo y cómo también, de pronto, metiste un dedo en mi vulva, luego dos y después el tercero. Los movías a tu antojo mientras besabas mis labios.
Gemí, con tu boca comiendo de la mía. Bebiste mi gemido y más clavaste tus dedos. Entonces los sacaste y me penetraste duro, sentí tu miembro enorme clavarse entre mis muslos empapados, el orgasmo venía cuando desperté.
Allí estaba yo, sola en mi cama. Mirando al techo y con la calentura aún haciéndoseme volcán. Entonces puse a mis deditos a acabar la tarea. El orgasmo fue maravilloso, pero sé que cuando esto acabe y pueda entonces volver a atender a un cliente de verdad, se va a llevar la cogida de su vida.
Hasta el martes, Lulú Petite
