Fui su regalote de cumpleaños

Querido diario: Es su cumpleaños y ha decidido que yo sea su regalito. Me vestí de rojo y me puse lencería con moñito, para que todo cuadrara como envoltura de regalo. Pasé a una pastelería que me queda de camino y compré un cupcake con velita.

Toqué a su puerta y, cuando abrió, entré cantándole ‘happy birthday’ de la manera más cachonda posible. Puse el pastelito en el tocador y seguí cantándole al oído, casi lengüeteándole la oreja, mientras le restregaba mis senos en la espalda y paseaba mis manos alrededor de su pecho.

Encendimos la vela del cupcake y sopló. Tiró la vela y le dio una mordida.

—¿Pediste un deseo? —pregunté.

—No. Le llamé al teléfono al deseo —respondió refiriéndose a mí. Me jaló de la cintura, se puso de rodillas y metió su cráneo bajo mi falda y aspiró hondo.

—Perdón. Soy impaciente. Bajé a ver mi regalo —dijo, —¿puedo abrirlo? —agregó.

Yo me reí y separé más las piernas —Claro —respondí y nos metimos a la cama.

Me desnudó despacio. Lamió mi vientre, mi ombligo, devoró mis pechos mamando mis pezones deliciosamente, recorrió con su lengua cada milímetro en la piel de mi torso, hasta meter su cara entre mis piernas, con su lengua se metió en mi sexo y recogiendo mis jugos, comenzó a comerse mi clítoris.

Apreté los muslos alrededor de su cráneo, el placer era tremendo, me rebasaba. Tuve un orgasmo tan intenso que mi grito debió escucharse hasta la avenida. El del cumpleaños era él y el regalo ya lo había recibido yo.

No me quedaba otra que ponerme profesional, así que me puse pilitas y le di la cogida más cachonda de su vida.

Espero que hayas pasado un feliz cumpleaños. Tú sabes quién eres.

Hasta el jueves, Lulú Petite