Era robusto como oso y maravilloso en el sexo

Querido diario: Sentí su cuerpo enorme sobre el mío. Es un hombre grande, gordo, robusto como un oso. Se llama Iván o al menos eso me dijo. Caía pesadamente sobre mí. Siento su desnudez tibia sobre la mía, el pelambre de su cuerpo, su olor a hombre.

Me muerdo los labios. Besa mis senos mientras mueve su cadera con entusiasmo para meterse dentro de mí. Yo pujo, él gime. Tiene sus manos a mis costados, apoyando los puños en el colchón mientras me penetra, para aligerar un poco el peso de su cuerpo sobre el mío.

Tiene el miembro grande. Lo siento taladrarme. Se mueve entre mis piernas y me hace suya. Después de un rato siento un intenso orgasmo que me hace gritar. Él eyacula a chorros. Me la saca, se quita el condón y lo tira al cesto. Me sonríe, me da las gracias y se mete a bañar. Se despide rápido sin decir mucho más. 

Yo me quedo en la habitación unos minutos. Abro la cortina y veo la ciudad tranquila. Al frente, en el edificio de oficinas con ventanales, siempre busco curiosos que les gusta hurgar en las ventanas del motel, buscando porno gratis y en vivo. Parejas descuidadas o exhibicionistas que les gusta coger sin cerrar las cortinas. He visto más de una vez mirones desde ese edificio. Hoy, sin embargo, parece desierto. La luz de la tarde ilumina bien la habitación. Saco mi celular y aprovecho para tomarme selfies, luego me ducho y me salgo.

Voy en mi coche. Me detengo en un alto. En el auto de al lado va una pareja, nuestras miradas se cruzan. Es Iván, el osito que me cogió hace rato. Se pone nervioso ¿irá con su mujer? Sonrío y miro al frente, se pone el verde, sigo mi camino.

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