Con su sexo dentro

Sexo 13/07/2019 05:18 Lulú Petite Actualizada 05:22
 

Querido diario:  De rodillas sobre la cama, sus manos se plantaron en mis caderas para arrastrarme hacia el borde. Yo respondí con un gemido suavecito que frené mordiéndome el labio inferior, meneando las caderas para atraerlo.

¿Qué te digo? Fue a recogerme al aeropuerto, me llevó a mi hotel y estuvo al pendiente de mí. Se tomó el día para estar conmigo. Huicho, Huicho. Son los privilegios del viajero frecuente. Supo pasar de cliente a ¿Qué será? ¿Sugar Daddy? Terminamos en mi habitación.

Él se deleitó con rozarme por encima de la ropa con los dedos un rato más, haciéndome soltar una seguidilla de quejidos que él mismo se encargó de silenciar al atraparme la boca con un beso.

Arqueé la espalda para corresponderle, encantada con el sabor de sus labios mientras su mano me exploraba la calentura entre los muslos. Tenía su bulto presionado contra las nalgas, y honestamente no podía pensar en nada más que en tenerlo adentro.

Con un grito ahogado aterricé nuevamente sobre los codos, espiando cada movimiento por sobre mi hombro. Él me desabrochó los jeans sin apuro, pero luego me desnudó hasta los muslos con un tirón tan fuerte que mi lencería también se fue con el pantalón. Tomé un condón y se lo puse.

Cuando finalmente tuve la cabeza de su miembro presionada contra mi entrada, me entregué con un estremecimiento y un gemido delicioso. Me tenía muy cachonda. Él me penetró lentamente la primera vez, asegurándose de que pudiera percibir cada centímetro caliente y palpitante de su sexo adentrándose en mi vagina. Por Dios, a duras penas sobreviví ese recorrido sin chistar. Me aferré a las sábanas, lista para esa sensación abrasadora de ser empalada por su pieza. De a poco, la fricción fue abriéndome más para él, y los ojos se me pusieron en blanco del placer tan puro que me recorrió el cuerpo. Aún así, nada pudo compararse al momento en el que empezó a embestirme.

Mis gemidos sonaban al mismo tiempo que el choque de su cuerpo contra el mío, cada vez más rápido ahora que Huicho me estaba cogiendo con un apetito voraz. Con las rodillas temblando, me dejé llevar por el repique violento de un orgasmo que llevaba aguantando ya demasiado. Sonreí apenas caí en cuenta que este hombre bueno, generoso, guapo me estaba haciendo el amor con una combinación perfecta de pasión y ternura. Abrí la boca, suspiré, sentí el orgasmo tomar cada vena de mi cuerpo, mientras en mi sexo, el condón se llenaba a chorros. Me besó y lo besé. 

Hasta el martes, Lulú Petite

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