ESTE JUEVES DE LOCURA

Kemonito consiente a los lectores de EL GRÁFICO y habla de su historia, el amor y el adiós

Kemonito consiente a los lectores de EL GRÁFICO y habla del amor y del adiós

(Foto: Ernesto Álvarez, El Gráfico)

Lucha Libre 07/07/2022 17:59 Gabriel Cruz Actualizada 18:00
 

El Kemonito vive en la fiesta, su andar despierta sonrisas, abrazos y buena vibra. Él se deja querer. 

Más, si acaba de cumplir un año más de vida, así que una porra y las mañanitas fueron la mejor forma de recibirlo en El Gráfico, donde este jueves compartió con un grupo de lectores y lectoras, lo mismo niños que abuelitos, además de muchas mujeres, una mágica convivencia en la que fue atacado por preguntas sin darle respiro, hasta lograr desenmascararlo.

“Siempre me gusta que la gente me apoye, es algo muy bonito”, lanzó para romper el hielo, “yo quisiera que me dijeran algo, que quisieran saber de mi”, retó a los asistentes que no desaprovecharon la oportunidad.

Acompañado de su nieto, Jaime de la Rosa se aventó al ruedo, pero antes, le regaló un flan a Kemonito para endulzar el momento, la fiesta estaba en marcha.

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“Ya son 43 años en la lucha libre y los golpes quedan, hay que irse bien”, aceptó el hombre oculto tras el personaje infaltable en las funciones de la Arena México. 

“Muchos a pesar de tener golpes quieren seguir y caen en cama, para levantarse es más difícil. No es fácil decir ya me voy, dejo esto, porque llega la depresión, por eso es que la piensas para el retiro”.

Narciso Arreola tomó el relevo, pero cuando tuvo el micrófono se le quebró la voz. “Me gana la emoción de estar contigo”, admitió. Y antes de que recibiera la tercera palmada, Kemonito entró al quite para apapacharlo con sus recuerdos.

“Empecé a entrenar a los 13 años en el gimnasio del Broncas, estuve seis años y eso me ayudó a aguantar. La verdad es que no quería entrar a la lucha libre, me gustaba verla pero nada más”.

Solo que conoció a los luchadores enanitos de esa época y lo invitaron a entrenar. “Duraron un mes conmigo en el gimnasio y me abandonaron. En ese tiempo, Tinieblas buscaba una mascota, nos entrevistamos pero le dije que no lucharía, cuando me di cuenta ya estaba en el medio”.

Un medio irresistible en el que no soportó las ganas de entrar al combate. “Fue en una lucha que estaba muy buena, no aguanté y me metí a aventar unas patadas voladoras”

Kemonito no se rajó, no lo ha hecho nunca en la vida. “En este país siempre tratan de sobajarlo a uno, se ha calmado un poco pero uno tenía que aprender a defenderse. Mi papá y mi mamá me dijeron que podía hacer todo y nada de mimos, que me fuera a trabajar”, relata.

Y lo hizo tan bien, que ya suma más de cuatro décadas en los enlonados, casi veinte como Kemonito y con la camiseta del CMLL bien puesta. 

“Si me ofrecieran ir a otra empresa no lo haría. Dejaría a Kemonito y sería empezar de nuevo, batallar mucho. El mejor triunfo es que la gente siga conmigo, y lo peor, no poder hacer algunas cosas para la gente, debo cuidarme”.

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Entonces, la mascota oficial del CMLL puso a prueba a los invitados para regalar algunos boletos: su fecha de debut como Kemonito, los estetas con los que compartió el ring, la noche que terminó con la máscara rasgada y la gladiadora a la que acompañó alguna vez en el ring, significaron para los que acertaron en su respuesta, el pasaporte al mágico mundo del pancracio.

Una rápida sesión de fotos y la infaltable porra para despedirlo, sellaron la tarde, en la que Kemonito no olvidó a uno de sus grandes rivales en la lucha, el Último Guerrero, cuyas famosas patadas marcaron para siempre al pequeñito. 

“Ando viendo todavía cómo me desquito”, bromeó para despedirse. 

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