La vergüenza de Franco Escamilla

Gil Barrera

OPINIÓN 14/09/2020 12:28 Gil Barrera Actualizada 12:28

La semana pasada dentro del podcast “Gatada de vatos”, de Franco Escamilla, se dio uno de los hechos más vergonzosos en la historia de la comedia en México. A Franco se le ocurrió hacer un “roast”, que es una especie de celebración a una persona, a manera de burla con humor negro; con tal de arrancar una sonrisa, las mofas van de lo inocente hasta lo burdo. 

La “creativa” velada honró a Mónica Escobedo, una locutora cuya voz es la insignia de varias marcas y que, con el paso de los años, se ha posicionado como una de las estandoperas más influyentes de nuestro país, lo que le ha llevado a participar en varias series de Comedy Central y en programas como “Reto 4 elementos” de Televisa. 

Estos aciertos no fueron  impedimento para que una cosa llamada Richard Villa le dedicara dos minutos deleznables, que dejan en evidencia que el vulgar comediante tiene que recurrir a los recursos más bajos para arrancar una sonrisa, más por lástima que por gracia nata. En el vergonzoso “roast” contra Escobedo, lo menos que Villa le dijo fue “piruja”.

Ante tan embarazoso momento, Franco Escamilla emitió un comunicado diciendo que Villa no tenía cabida en sus contenidos y que estaba fuera. La reacción de Franco fue tardía, pues con el afán de respetar la libertad de expresión permitió que en su espacio se degradara la figura de la mujer.  

Si bien la libertad que da Youtube permite todo, es urgente regular algunos espacios y que pongan en su lugar a los terroristas cibernéticos quienes, envalentonados por una cámara y un celular, difunden contenidos deleznables. Pasa en la comedia, en las noticias y hasta en una horda de comunicadores que habla de espectáculos, con la única consigna de dañar al prójimo. 

Lo que le pasó a Escobedo no debe pasarse por alto, es un atentado que también impacta la reputación de Franco Escamilla, quien aceptó que perdió el control en una transmisión, olvidando que el humor debe tomarse en serio y colgarlo de analfabetas como Villa, es darle un arma a un niño. 

Si bien la burla o el bullying fueron un recurso de risas baratas, ahora la sociedad exige un modelo diferente; sí, hay que aceptar que muchos nos quedamos pensando en el chiste ochentero que ofende. Pero en época de pandemia, lo que menos queremos es un trato obsceno y menos contra las mujeres; eso ya no es gracioso. Nos leemos la próxima aquí, donde quizá hablemos de ti.  

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