Niña de las calcetitas rojas; la historia aterradora e inhumana que nadie más contó, en Edomex

Era el 14 de octubre, un grupo de mujeres colocaba las cruces rosas conmemorativas de feminicidios en el municipio de Nezahualcóyotl, que días antes habían sido vandalizadas, justo frente al palacio municipal. Frida Villalvazo sacó su celular y mostró, una por una, las fotografías de “la niña de las calcetitas rojas”.

Era una bebé. Los peritos calcularon entre tres y cinco años. Pero en México, los peritajes se “equivocan” muy seguido con la edad. Pequeña: 95 centímetros, o eso consignaron. Sudadera verde; abajo, playera lila con un hada de Disney. Está desnuda de la cintura para abajo, sólo puestas las calcetitas rojas; las piernas desparramadas. Llena de tierra, lastimada, muy lastimada en el área genital. A un lado su cobijita de bebé, su pantalón, su pantaletita blanca con amarillo.

Marcas de mordidas en el lado derecho de su torso. Frida diría después que una era una herida vieja. Violada, golpeada, mordida... Tendida ahí, sobre la tierra, la grava y los restos de materiales de construcción.

Frida continuó mostrando las fotos. “Necesito limpiar la cara, no puedo publicarla así”. El rostro: ojos semicerrados, boca y nariz sucios, llenos de la tierra y grava secas, que corresponde con el lugar donde la hallaron: en un terreno baldío junto al Bordo de Xochiaca, municipio de Nezahualcóyotl, frente a una terminal de autobuses chimecos. Probablemente la mataron ahí, asfixiándola contra la tierra. Labios hinchados, ojos golpeados.

El cuerpo de esta niña fue hallado el 18 de marzo del 2017. Fue una nota más en la sección policiaca de los periódicos y medios digitales.

Por esas mismas fechas, Frida Guerrera Villalvazo, activista y comunicadora especializada en visibilizar los casos de feminicidios del país, mandó la nota a varios colegas y amigos en los estados de Puebla, Oaxaca, Tlaxcala. Tal vez se la habían traído de otro estado. 

Los contactos de Frida pidieron a su vez información a la procuraduría mexiquense. Pero ahí les dijeron que la nota de la niña de las calcetitas rojas era falsa y la foto era en realidad “photoshop”.

NIEGAN EXISTENCIA. “No uno, sino varios contactos, me lo dijeron así”, narra Frida en entrevista. La procuraduría negaba la existencia de la niña.

No la identificaban, y las fotos de los medios impedían ver el rostro de la nena. Para finales de abril, Frida mandó un mensaje de WhatsApp a la fiscal de Feminicidios, Irma Millán, para solicitarle la fotografía de la carita de la niña para ayudar a difundir. El mensaje quedó en “visto”. La funcionaria jamás respondió.

Pasaron los meses, se acumularon los feminicidios (el de Valeria, por ejemplo, una niña de 11 años, también en Neza). En septiembre, Frida consiguió que un contacto le facilitara fotografías de la niña de las calcetitas rojas, que para entonces ya estaba en la fosa común, aunque nadie sabe en cuál.

Las mismas fuentes decían: Oye, pero no te preocupes, la niña no fue violada. De seguro fue maltrato o negligencia médica y la dejaron ahí. “No soy especialista, pero tampoco soy tonta”, explica Frida. 

Las fotos cuentan otra historia. “Es como si la procuraduría pensara que si no fue violada, no fue tan grave”.

Amigos y conocidos expertos ayudaron a crear un dibujo de cómo se debió haber visto la niña con vida. Probablemente indígena, nariz y boca medianas, ojos cafés, cabello lacio castaño oscuro, delgadita, menuda. La llaman Yolloxochitzin, flor del corazón. Alguien debe saber quién era, alguien debe extrañarla.

La actuación por parte de la procuraduría mexiquense —ahora fiscalía— en este caso es una violación grave a los derechos de la infancia. Frida dice que podría llevarse el asunto a instancias internacionales.