Bengalas, favoritas de niño

Tultepec: Los estragos de la explosión que pulverizó mercado

Menor de 11 años acudió al mercado de San Pablito a comprar cohetes, los cuales iba a vender en Oaxaca

(Foto: Hugo García, El Gráfico)

(Foto: Hugo García, El Gráfico)

La roja 22/12/2016 09:22 Yara Silva Actualizada 09:03
 

POR YARA SILVA

Nico ofrecería luces de bengala en Oaxaca, donde hace 11 años nació. Hoy, su cuerpo calcinado yace junto al de su tío en una plancha del Semefo. 

Las varillas cubiertas de pólvora eran los cohetes preferidos de Nico. Con ellas podía jugar e iluminar la iglesia a la que asistía sin correr riesgos.

Por eso él y su familia viajaron hasta el mercado de pirotecnia en busca del precio más bajo. Era su primera visita al mercado de San Pablito, en Tultepec.

Al ver la dimensión del terreno, Nico se apresuró a descender de la camioneta para correr hacia los coloridos cohetones. Detrás del niño fue Israel Beltrán, su tío. 

Uno a uno bajaron los ocho familiares que llegaron en una camioneta hasta quedar dispersos por el mercado.

Pero no todos tenían el apuro de recorrer los locales. Claudia Alvarado y su hija tenían la urgencia de atender el llanto de Suzuki, la hermana menor de Nico. Ella, de tres años, estaba enferma y debían llevarla al baño para revisarle los oídos.

Madre y abuela eso hacían cuando escucharon el primer estruendo. Sentada sobre las escalinatas de acceso al anfiteatro de Barrientos, Claudia dijo que al escuchar la primera explosión salió del baño en busca de sus nietos y demás familiares. 

Lo que vio y escuchó, dice, no se borrará de su recuerdo. Eran rocas prendidas y techos de lámina que volaban hacia el cielo. Gente que gritaba y corría sin rumbo. Estallidos y miles de colores que iluminaban los cuerpos de quienes caían heridos al piso cubierto de grava.

Claudia no tuvo otra opción más que abrazar a su nieta y jalar a su hija para escapar del fuego. Aunque la madre de Nico quería ir hacia el centro del mercado, una ola de gente se lo impidió. “Sólo Dios sabe cómo logramos saltar el enrejado del mercado”, dice Claudia.

Debajo de un automóvil hallaron el resguardo que las protegerías de la lluvia de rocas y del fuego. Ahí en su refugio, permanecieron durante “muchos minutos”. Las mujeres recorrieron el terreno aún encendido para buscar a sus familiares.

Fue la voz de una paramédico de la Cruz Roja la que las guió a los hospitales en busca de sus parientes. El ir y venir de hospital en hospital terminó cuando el llanto de Suzuki fue tan ensordecedor como los estallidos en Tultepec.

La niña lloraba y al revisarla se dieron cuenta que tenía grava en el pañal, una herida en la espalda y el glúteo quemado. 

La ayuda de los vecinos las llevaron al hospital Vicente Villada, donde una doctora les cerró la puerta. Ahí, les dijeron, “sólo atenderían a gente grave, a punto de la muerte”. 

En su peregrinar terminaron por encontrar a tres de sus familiares y también ayuda en la Cruz Roja de Polanco. Ahí Suzuki fue atendida. Ahí mismo les recomendaron ir a Barrientos, en Tlalnepantla, donde tal vez podrían encontrar a Nico e Israel. El mapa de un teléfono celular y la ayuda de un desconocido las llevó de regreso al estado de México.

Claudia ignoraba que el ir a Barrientos significaba hallar muertos a su nieto y yerno.

Un empleado les informó que entre la hilera de cuerpos estaba el de un menor con las características de Nico. Su chamarra y los tenis fueron las pruebas de que era Nico.

Claudia, y no la madre del menor, fue la encargada de reconocer el cuerpo. Tampoco pudo seguir la búsqueda para hallar el cadáver de Israel. Ambos, dice, son dos cuerpos calcinados que yacen junto al de ocho personas más. 

POR JUAN MANUEL BARRERA 

Nadie sabe lo que pasó, dijo Rosario Araujo Cruz, locataria del tianguis de San Pablito, quien escapó de las explosiones la tarde del martes y regresó la mañana de ayer a su centro de trabajo, donde sólo encontró escombros.

Habitantes tuvieron un despertar de luto e incertidumbre luego de la pesadilla registrada en el mercado pirotécnico, donde 280 locatarios vendían sus productos.

El olor a pólvora era tenue. Detrás de la malla ciclónica decenas de personas buscaban a sus familiares, mostraban fotos y preguntaban si los habían visto.

José Saldaña buscaba a Juan Antonio Alcalá y Óscar Maldonado, de 15 y 9 años, respectivamente. Los menores acudieron al tianguis junto con una mujer, quien murió.

Concepción Hernández Báez buscaba a su madre Eva Báez, de 67 años, y a su hermano Yazmani, de 29, habitantes de Nicolás Romero que fueron a surtirse de mercancía y no regresaron. 

Lucía, vendedora de comida del tianguis, estuvo dentro del fuego y sobrevivió. La mujer, quien sufrió golpes, vio morir a locatarios y clientes. “Esto lo voy a recordar siempre y es un trauma, cierro los ojos y lo veo. Vi todo, estuve en medio de todo eso, de ver cómo los compañeros corrían, mucha gente pidiendo ayuda, los carros cómo explotaban, la gente explotaba”.

El alcalde de Tultepec, Armando Portuguez Fuentes, adelantó que el tianguis será reconstruido.

Portuguez Fuentes aseguró que en la comunidad existen tres versiones sobre los estallidos: la primera que a alguien se le cayó un producto no permitido y se incendió; segundo, que los locatarios recibieron amenazas de extorsión, donde les decían que iban a quemar el mercado y tercero, que dos hombres pelearon y uno prendió fuego a la pirotecnia.

POR REBECCA JIMÉNEZ

Era un día de paseo, pero esto se convirtió en tragedia, fue horrible, esto fue un atentado”, afirmó una mujer mientras lloraba y buscaba a su hijo y nieto.

Al anochecer de este martes negro que vivió Tultepec cientos de personas buscaban a sus hijos, nietos, hermanas y padres.

“Han pasado muchas horas y no encontramos ni a mi hijo ni a mi nieto, luego de la explosión, que nos obligó a correr sobre cuerpos de personas quemándose”, relató la mujer, quien afirmó que nunca había venido a Tultepec y ahora perdió a dos de sus seres queridos.

Guadalupe Mejía, una joven de 28 años que sufrió quemaduras de tercer grado y falleció al llegar al hospital, aún era buscada por sus familiares, quienes relataron que la joven dejó en la orfandad a dos niñas de tres y cinco años. 

Lupe creció con el olor de la pólvora, pues desde niña participó en la creación de juegos pirotécnicos, que vendía en el mercado de San Pablito, donde perdió la vida.

“Somos pirotécnicos y no nos acostumbramos al peligro, nos sigue dando miedo, por lo menos cada año vivimos una tragedia!”, relató con frases entrecortadas Ana Karen, quien buscaba el cuerpo de su prima muerta en los hospitales donde fueron trasladados las personas lesionadas.

Aún hay varios sin localizar.

Los niños Juan Antonio Alcalá Vázquez, de 15 años, y Oscar Maldonado Lillo, de nueve, estaban en el tianguis acompañando a su abuela, quien falleció en el lugar, donde vendía cohetería pirotécnica en el puesto 105 de San Pablito, muy cerca de donde iniciaron las detonaciones.

Estos dos menores no aparecen ni en las listas de lesionados en hospitales ni en el Semefo de Barrientos. 

Juan Antonio y Oscar forman parte de una familia de pirotécnicos, ellos saben y conocen los riesgos de la pólvora y cómo responder ante una explosión, “por eso hay esperanza de encontrarlos vivos”, relató el padre de uno de los pequeños desaparecidos. Sin embargo, hasta el momento no saben nada de ellos y la angustia, dice, los mata.

La de estos menores es una de tantas historias de personas que desaparecieron en la tragedia de Tultepec del martes.

Autoridades mexiquenses informaron que hay un listado de 12 personas no localizadas, “de las cuales cinco son hombres —dos menores y tres adultos—, así como siete mujeres adultas, de quienes se verifica si las características físicas corresponden a las personas que murieron o bien que están siendo atendidas en hospitales”. 

A Yasmani González Báez, de 31 años, “lo hemos buscado en todos los hospitales y nada”, relató Juan Carlos, que lleva más de 30 horas en su búsqueda, pero no pierde la esperanza.

“Encontramos a mi abuelita Eva en el Semefo de Barrientos, pero mi tío no aparece, como tampoco el auto en el que llegaron a Tultepec, un Derbi blanco, de matrícula LZ61445, que estaría estacionado en el tianguis”, relató Héctor Aldair Martínez. Madre e hijo vivían en Nicolás Romero y fueron a San Pablito a comprar pirotecnia.

El alcalde de Tultepec, Armando Portuguez, reconoció que entre la confusión y los traslados hay víctimas que aún no han sido localizadas por sus familiares y están en calidad de desaparecidos, “pero son los menos, son cerca de cinco, recordemos que en este siniestro hay víctimas que eran clientes”, aseguró.

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