Minutos después, arribaron policías, bomberos y paramédicos, acompañados por una multitud de curiosos que se congregaron en el lugar. Los espectadores, lejos de ayudar, comenzaron a lanzar gritos para incitar al hombre a que se lanzara, lo que intensificó la tensión.
Entre los gritos y las miradas de los presentes, Manuel se desplazaba de una rama a otra, resistiéndose al rescate. Por más de 50 minutos, el hombre evadió los intentos de las autoridades hasta que un camión de bomberos equipado con una escalera telescópica llegó al sitio.
Los rescatistas utilizaron la escalera para acercarse a Manuel, quien finalmente fue asegurado a la canastilla y descendido en condiciones seguras. Mientras lo bajaban, el hombre gritaba desconcertado: "¡Me quieren meter, pero yo no vivo ahí!".
Ya en la camilla de la ambulancia, Manuel continuó sin entender la situación. Afirmó no saber por qué lo habían detenido, qué hacía en el árbol o por qué intentó lanzarse. Lo único que pudo decir con claridad fue su nombre y que no residía en ese lugar.
El caso quedó en manos de las autoridades correspondientes, quienes investigan los motivos detrás de este extraño comportamiento.