Algunos tenían impactos de bala

Topo Chico: Los cadáveres, irreconocibles

Familiares vivieron momentos de desesperación e impotencia; hoy harán exámenes de ADN

(Foto: Agencias)

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La roja 12/02/2016 10:00 Redacción Actualizada 10:00
 

Por Misael Zavala, en Monterrey

Cuerpos irreconocibles fueron trasladados al forense del Hospital Universitario de Nuevo León. Horas antes, a pocos kilómetros, dentro del centro penitenciario de Topo Chico se libraba una batalla campal que dejó 49 presos muertos, algunos calcinados, con disparos, masacrados.

Los familiares narran las versiones incompletas que les dan las autoridades. Claudia no aguanta más: la desesperación y la impotencia le provocan un desmayo. Tres miembros de la Cruz Roja y dos de sus familiares la auxilian, le dan esperanza, pero ella presiente que su esposo es uno de los muertos. 

“Mi esposo, quiero verlo, por qué no me dejan verlo”, grita. 

Pero no fue el único caso, la Cruz Roja atendió varios desmayos de las esposas, madres e hijas de presos.

Después de las 18:00 horas de ayer los familiares comenzaron a entrar a cuentagotas al penal. 

Sin embargo, persiste la zozobra entre los familiares, en su gran mayoría mujeres con hijos, porque a 37 presos —considerados de alta peligrosidad— los trasladaron al penal de Apodaca para evitar otro enfrentamiento. Afuera del anfiteatro el escenario era otro: persiste la desolación. 

A un año de salir. Priscila, hermana de Ismael Salazar, uno de los presos fallecidos, relata que su hermano estaba a un año de cumplir su sentencia de cinco años.

Asegura que el cuerpo de su hermano quedó irreconocible, muestra de la masacre que se vivió en el enfrentamiento en las crujías del C2 y C3. 

Las autoridades le pidieron que regresara hoy para que el cuerpo sea sometido a pruebas de ADN y así lograr conocer si el cuerpo es de Ismael. 

“Mi hermano quedó con el rostro desfigurado, no nos dejaron reconocerlo al ciento por ciento”, dijo afuera del Semefo. 

Versiones de otros familiares que pidieron el anonimato indican que algunos de los cuerpos tenían impactos de bala, muchos otros calcinados.

Miguel Ángel Gaytán, otro de los muertos, tenía cuatro años en el penal y no había recibido sentencia. Como él, varios de los caídos estaban a punto de quedar en libertad, pero desgraciadamente salieron a bordo de unidades del Semefo. 

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