La Octava, maroma discordante

LEO AGUSTO

OPINIÓN 05/02/2020 11:00 LEO AGUSTO Actualizada 11:00

Dentro del nuevo orden en las castas del llamado quinto poder, el periodista Julio Hernández López podría considerarse dentro del ala moderada de la chairocracia. Es de esos periodistas que aplauden, pero poquito. Julio “Astillero” lejos está de ser un aplaudidor más como Fernanda Tapia, quien trata de vender a la 4T como producto ‘milagro’ más dentro de su espacio radial de revista en Grupo Radio Centro. 

La presencia de el programa “Sin censura” era un atentado al código de ética, de corte tradicional y conservador en valores que mantiene la familia mexicana por tradición. Para bien y para mal, así es. El conductor intentó “innovar” con carretonero lenguaje y con periodismo que apuesta por la polarización social. Vicente Serrano es un Steve Banon de petate en la cosmogonía de la 4T. 

A Julio Hernández López le quedó grande la silla de Jacobo Zabludovsky, silla que aún guarda la familia Aguirre en espera de digno reemplazo. El columnista oportunista utilizó su espacio en redes sociales para hablar mal de sus patrones, porque así es la libertad de expresión en sus pobres términos. Es un asunto de lealtad a la empresa donde colabora uno, así de fácil. 

El Gordo todavía recuerda aquel día de la semana pasada cuando la señora Dresser fue a plantarle cara al Presidente en la conferencia mañanera y Astillero decía con dominguero “lenguaje periodístico” que aquel era un espacio donde debían expresarse periodistas (¿como Lord Molécula?, nos preguntamos acá). 

Atinada decisión del CEO Juan Aguirre Abdo, la de correr a Julio Astillero y conformar un consejo editorial encabezado por él mismo y acompañado por un periodista como Ricardo Raphael, que conoce de mesura y los momentos en que hay que levantar la voz. 

 @LeoAgusto

 

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