La mañanera de una noche difícil

LEO AGUSTO

OPINIÓN 04/11/2019 09:35 LEO AGUSTO Actualizada 09:35

Para salir del hoyo lo primero que hay que hacer es dejar de cavar. Esto comenta vía mensaje electrónico, respecto a la crisis del Culiacanazo, un viejo amigo que antaño luchó codo a codo con la hoy decadente Cuarta Transformación.

Y es que el gobierno de López Obrador no ha sido capaz de reconocer su derrota militar y política en Culiacán.

Y aunque mucho se han preocupado en decir desde el gobierno que esta crisis no es de ninguna manera el “Ayotzinapa” de Obrador, la necedad presidencial lo está llevando un poco más allá. Culiacán se está convirtiendo en el Waterloo del Napoleón de Macuspana.

La idea de que salvaron al país liberando al hijo de ‘El Chapo’ Guzmán no se la cree ni Lorenzo Meyer que se ha visto obligado a declarar loas al poder, traicionando así su propia historia como un investigador académico serio.

El discurso de odio que soltó el inquilino de Palacio Nacional contra el compañero reportero Irving Pineda ha sido secundado en redes sociales, donde las granjas de bots convirtieron al periodista de TV Azteca en el nuevo enemigo de la Patria, esto en un país que es de los más peligrosos en el mundo para ejercer el periodismo y donde el Presidente ha decidido comportarse como dictador africano contra la prensa.

Con ese mismo arrojo y bravuconería, a muchos nos gustaría ver al Presidente de México contra el verdadero enemigo: el crimen organizado. La conducta iracunda en las mañaneras de la semana pasada dejan ver a un López Obrador desesperado, incapaz de actuar cuando la realidad le ha robado el guión de la épica transformación del país que se ha inspirado en mesiánicas ocurrencias.

Así le pasó a Peña con Ayotzinapa en 2014; mientras hablaba de “mover a México”, la nación le reclamó durante nueve días, sin obtener respuesta, por la desaparición de los 43 normalistas. Peña quiso ignorar una crisis que marcó su gobierno.

Después de la derrota en Culiacán, el Presidente ha fracturado su relación con el Ejército, esto al no asumir el costo político que le corresponde. Y en la paranoia, avisora un golpe de Estado, como ocurrió a Francisco I. Madero en la Decena Trágica, a inicios del siglo XX.

Curioso, que López Obrador se compare con Madero, al tiempo que su gobierno se comporta como Victoriano Huerta en Baja California, donde buscan consolidar el “Bonillazo” con un gobierno de cinco años, donde el pueblo votó por un mandato de dos años, esto con todo y el “esgrima jurídico” de la magistrada en retiro y actual secretaria de Gobernación, para fundamentar una acción a todas luces inconstitucional.

Estamos frente a un gobierno que se dice humanista, pero compara a los periodistas con perros y a la libertad de expresión, con un bozal liberado. Un gobierno donde Julio Hernández López se ha convertido en el nuevo Jacobo del oficialismo. Donde existen indicios de que el acoso a periodistas ha sido fomentando por funcionarios federales. Ojalá entiendan que las conferencias de prensa son para informar, no para difundir propaganda. Ojalá en Palacio Nacional se dieran cuenta que por una derrota no reconocida, les puede costar la guerra que niegan. Es cuanto.

Radar de Los Ángeles del Gordo. La semana pasada, López Obrador se comparó con Jesucristo y este fin de semana con Francisco I. Madero, ¿pues qué le echara a su café para tener semejantes visiones?

@LeoAgusto

 

Comentarios