La lucha en la CDMX

Gabriel Cruz

OPINIÓN 18/12/2018 09:06 Gabriel Cruz Actualizada 14:06

Nombrado hace unos meses de manera rimbombante como Patrimonio Cultural, el deporte espectáculo de los costalazos arrastra rezagos en su ejecución dentro y fuera de los cuadriláteros, empezando por quien lo rige en la capital del país.

Se trata de un deporte alejado de la certeza que una competencia establecida bajo ciertos lineamientos exige, es decir, el reglamento de Lucha Libre existe, pero es letra muerta, pues desde lo más alto se falla en su ejecución. Quien dirige la Comisión en la Ciudad de México es un luchador activo, lo cual rompe con los requisitos que para tal puesto se especifican en el reglamento.

Es un tema que a los gobiernos locales no les interesa, pese a que el citado reglamento, concebido en el nacimiento de la Comisión de Lucha Libre del Distrito Federal en 1994, con la firma de Wolf Ruvinskis, primer Comisionado Presidente, se publicó en el Diario Oficial de la Federación.

En él, se faculta al titular del Deporte en la Ciudad para poner en el cargo de presidente de la Comisión a quien él designe, por espacio de tres años, periodo tras el cual puede ser ratificado. El Fantasma, luchador activo, llegó en 1997 a la presidencia de la mano de Carlos Albert, en ese entonces Director del Instituto del Deporte del Distrito Federal (IDDF) durante el mandato de Cuauhtémoc Cárdenas.

De acuerdo al ARTICULO 5°, sobre lo que se requiere para ser miembro de la Comisión, el señor no debió ser nombrado en su momento, ya que la fracción quinta de dicho artículo marca que quien sea parte del organismo no debe 'tener nexo alguno con empresarios de lucha libre, promotores, representantes, luchadores profesionales, auxiliares o con cualquiera otra persona, relacionada directamente con la lucha libre profesional'. El luchador que personifica al Hijo del Fantasma es su hijo en la vida real.

Por si algo faltara, hace un par de años, el propio Fantasma se dio el 'permiso' de aparecer en una función de la Arena México, volviéndose empleado de la empresa encargada de la organización, siendo juez y parte, sin que a alguien le resultara mal.

El reglamento es un documento sin valor para los integrantes de la lucha libre en la Ciudad de México, así que sería importante que Rodrigo Dosal se pronunciara al respecto, ya que de no interesarle un cambio en la Comisión de lucha libre, tal vez pueda promover una modificación en la reglamentación para que esta deje de trabajar en la ilegalidad.

¡Buenas luchas!

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