Una parte de las declaraciones de los secretarios de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, y del General Secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, ha sido poco atendida en el análisis de los medios de comunicación, pero son de lo más relevante para explicarnos lo sucedido en Culiacán el jueves pasado y el desenlace dado al final por el gobierno de la República a dicho acontecimiento.

Dijeron que el operativo para capturar al hijo de Joaquín Guzmán Loera, Ovidio Guzmán, fue fallido, deficiente e improvisado. El titular de la SSPC reveló que no fueron informados a tiempo de la orden de captura.

Por su parte, el secretario de la Defensa reconoció que se realizó un trabajo deficiente y reveló que Guzmán no fue detenido formalmente porque los efectivos que participaban en la operación no contaban con una orden de cateo.

“Fue un error generado por un personal que se precipitó en su acción”, remató el general.

Ambos secretarios hablaron de la necesidad de una investigación y de sanciones a los responsables que pusieron en peligro muchas vidas, que es lo más grave, pero también arriesgaron la propia estrategia de seguridad, que busca serenar al país para ir dando fin a una guerra inútil.

Las decisiones tomadas por el gabinete de seguridad y avaladas por el Presidente de la República, ante el operativo desordenado y fallido, fueron adecuadas y llevan un mensaje inequívoco:

No se equivoquen. Ese operativo fallido no forma parte de la estrategia para la paz. Puede haber estructuras del Estado que quieran tomar acciones por su cuenta para provocar otra vez la guerra. Pero hoy, la estrategia es la paz.