La era del odio

Lupita Martínez

OPINIÓN 17/02/2021 11:00 Lupita Martínez Actualizada 18:49

En los últimos días, el nombre del periodista Gustavo Adolfo Infante sonó en distintos programas de espectáculos, así como entre el público seguidor de los mismos.  Esto debido al tono agresivo con que trata algunas notas y que, recientemente, ha adoptado con algunos entrevistados.  Dicen que “es bueno que hablen de ti, aunque hablen mal”.  Mire, objetivo público conocedor, yo no le voy a decir si el personaje que menciono está bien o está mal, lo digo porque es el caso más reciente sobre lo que quiero comentarle.  Las redes sociales, así como algunos programas (de distintos temas), se han convertido en campos de batalla en las que sembrar discordia y odio es mucho muy fácil y eso no habla más que del gran rencor y resentimiento que tiene nuestra sociedad, en la que el más mínimo disparador detona  interminables ataques hacia el personaje en turno.   

 

     Señalar errores (y ojalá también fuera igual con los aciertos) es parte de nuestra naturaleza, nos gusta y no está mal, pero cuando estos señalamientos van impregnados del odio, rencor, tristeza, enojo o resentimiento que se lleva dentro, pierden por completo la objetividad.  Fíjese usted qué curioso, que para señalar la grosera manera de conducirse del periodista, se le insulta y señala de manera grosera.   Piénselo bien, ¿no es contradictorio? Ambas posturas son reprobables, la del periodista que agrede y provoca para conseguir ser nombrado en todos los medios, como la de quienes reaccionan con insultos.  

 

 

     La objetividad está en  peligro.  ¿Y sabe qué es lo más grave?, que leer sobre muerte y odio se nos va haciendo costumbre.  Somos capaces de conmovernos con videos de personas en otros países o animalitos (que son maravillosos) rescatados, pero no con el dolor de quien está más cerca.   En México, el resentimiento despierta envidia e, insisto, odio.   ¿Cómo es posible que la discusión durante la aplicación de las vacunas se lleve a la defensa o ataque de un político —quien quiera que sea y el puesto que sea que ocupe— cuando lo primordial es la salud?  En redes sociales se criticó que las personas de la tercera edad se les hiciera formarse para recibir su dosis y quienes hicieron esta denuncia fueron tachados de clasistas.   La demanda era justa, porque los adultos mayores, independientemente de la posición social que tengan, no deberían formarse a la intemperie y sí asistir con una cita previa.  

 

     ¿Por qué le comento lo anterior?  Porque somos los medios de comunicación los que, cuando compartimos la información visceralmente, la deformamos y colaboramos en gran parte al odio.  En cuestión de opinión la cosa es sencilla: nos gusta o no, pero no  denostar. 

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