La prohibición del uso de bolsas de plástico en los comercios de la Ciudad de México es una medida populista de la administración que encabeza Claudia Sheinbaum. Le contaba a usted hace unos meses que fueron retirados los botes de basura en las líneas del Metrobús y en el Metro, en nombre de la austeridad republicana. Con ello, el gobierno tendrá que recoger la basura del drenaje porque la gente en tránsito no la cargará hasta su destino.

Mientras que en la CDMX se aplica la medida, en los municipios de la zona conurbada sigue el reinado del plástico, situación que demuestra la falta de una visión ambientalista en la llamada megalópolis. 

Tampoco existe una política para reciclar los envases de plástico de refrescos y otras bebidas. En países con una pizca de desarrollo, las tiendas de autoservicio cuentan con máquinas donde la gente deposita sus envases de PET, vidrio y aluminio y reciben un vale que pueden utilizar como puntos para pagar sus compras. 

En la capital de las tortas de tamal, este ancestral alimento se sigue sirviendo en platos del contaminante unicel. Ahí, las políticas públicas siguen brillando por su ausencia. La ocurrencia queda al descubierto al prohibir también la comercialización de bolsas de plástico que no son de un solo uso, las llamadas bolsas ecológicas. 

Las altas multas a los comercios que incumplan con la nueva ley representan un incentivo para la corrupción, esa que fue abolida por decreto. En tanto, el uso de los cucuruchos de papel se convierte en una opción para pequeños comerciantes y dan un respiro a los medios impresos, estos sí históricamente amigables con el medio ambiente. 

@LeoAgusto