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“El Raya” no tiene conciencia ni vergüenza, esto le reveló a Saskia Niño de Rivera desde la cárcel

Una vida en la sombra, no conoce el remordimiento

29/04/2024 09:00

El barrio ha sido destino para “El Raya”. A pesar de que sus padres le dieron todo para alejarlo de la maña de Las Trancas, en Azcapotzalco, a los 13 años se unió a sus valedores para ser reconocido, “sonar”, como dice él, como un ladrón hecho y derecho.

“A los 13 años fue mi primer robo. Andaba con varios amigos. Fue la primera vez que ‘coroné’. No me dio miedo. Sentí la adrenalina, pero no miedo”, cuenta sin el menor atisbo de arrepentimiento Raymundo a Saskia Niño de Rivera, desde el diamante de máxima seguridad del penal de Barrientos. “Esa noche dormí bien tranquilo. Sin cargo de conciencia”.

Dos años después de robos y ganancias fáciles, por primera vez pisó la cárcel, el Consejo Tutelar de Menores por robar una camioneta llena de refacciones. Su madre acudió a las autoridades y logró que lo liberaran un mes después. 

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Pero el morro salió considerado como un héroe entre los maloras de su barrio y su vida delincuencial continuó tan campante como desde su iniciación a los 13.

 “Pues es cosa de la situación del barrio donde nací, donde me crié. Uno anhela ser como los que ves más arriba, ¿no?, que porque ya traen el carro, ya traen la moto, ya son aquellos, ya suenan. Pues uno quiere ser igual. Y así, ahorita están los que siguen de mi generación, son los que están sobres”.

—¿Qué te hizo que te volvieras tan frío?

 —Pues mi infancia fue fresa. Mis jefes me daban todo con tal de que no anduviera haciendo pendejadas, ¿no? Pero como todo el tiempo vivía en el barrio, un barrio feo, pues ya al juntarme con amigos más grandes, con gente adicta, gente que había estado en reclusión y todo eso, pues me hizo volverme así. Quería sonar en mi barrio y lo logré. Y las consecuencias son estas, estar en la cárcel.

En la cabeza de ‘El Raya’ no hay arrepentimiento ni cargo de conciencia. Él escogió la escuela de la calle, la más dura, dice, y todo es para delante, “como las motos que no traen reversa”.

No tenía 20 años y ya había matado a una persona por primera vez. No lo detuvieron por esa muerte, sino hasta los 23, después de 8 años de robar casi todos los días, disfrutando las mieles del dinero fácil.

En ese momento, ya era parte de una banda que asaltaba a cuentahabientes que retiraban efectivo de las sucursales bancarias del Estado de México.

Si no sacaban 50 mil pesos o más, no los asaltaban, pero con su equipo de colaboradores y su método de trabajo llegaron a despojar millones en un solo atraco.

“Un día muy erizo, pues 50 mil, de 10 mil cada quien; un día rayado, un millón, 2 millones, cinco, dependiendo”, cuenta frente al micrófono ‘El Raya’. 

(Fotos: Especiales)

“No le pegábamos a menos de un tostón, si salían veinte, treinta, cuarenta, no nos lo llevábamos; salía un tostón, sesenta, setenta, ochenta, cien, doscientas, pues sí, hasta tres, cuatro millones”, detalla desde Barrientos.

—¿Cero conciencia? 

—Cero conciencia. 

—Si te digo (que) la señora que robaste iba a comprar medicinas para su hijo chiquito que tiene cáncer y para eso quería el dinero...

—Pues ni modo. 

—¿Pero piensas que ese niño pudo haber muerto por el cáncer?

 —Pues sí, pero pues ahora sí que ya es cuestión de Dios, ¿no? A cada quien toca lo que merece, y si le tocó ponerse en mi camino y que lo apañara, pues no podía hacer yo nada para decir que no.

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