REPARTIDORA DE GAS

Sin miedo a nada, Mónica destaca en una labor riesgosa y dominada por hombres

Sin miedo a nada, Mónica destaca en una labor riesgosa y dominada por hombres

(Foto:Beatriz Jasso, El Gráfico)

Historias 08/03/2022 10:46 Beatriz Jasso Actualizada 10:46
 

El riesgo no frenó a Mónica Rodríguez Cervantes para tomar un empleo como repartidora de gas. La inseguridad que viven los del gremio al manejar efectivo, tampoco. Y ser mujer y trabajar con casi puros hombres, mucho menos. Para ella es casi obvio desempeñarse en esta actividad. Tiene 10 años que se dedica a este trabajo y no le parece que haga algo especial, sino que, dice, ha sido parte del oficio que realizan todos sus hermanos desde hace décadas.

Ha sido herencia, sí, pero ella asegura que entró a esta ocupación por necesidad, porque después de haber terminado su matrimonio, necesitaba trabajar para que alcanzara en su casa y sacar adelante a sus hijos, pues lo que le da su expareja no es suficiente.

Cuenta de los peligros, "todos los días llevamos riesgo en este trabajo, se me ha abierto la manguera, por no agarrarla bien o porque se puede atorar y me ha dejado unas leves quemaduras tanto en manos y en el estómago,  se me abrió de frente", y  expone lo que ha aprendido con la experiencia y los pequeños cursos que  dan en la planta; "cuando son leves  pues ya uno sabe, utilizas agua y ponerla al sol, comprar una pomada y untarla".

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De la seguridad social, señala que no tiene porque no es comisionista, ella trabaja para su hermano, quien es el comisionista. Así que si pasara algo más grave, ella estaría desprotegida. "El día que le pase algo a uno, que Dios no lo quiera, pues es uno mismo, porque no tengo nada", admite.

Los asaltos tampoco la acobardan. Ha sido víctima de tres. Arriba de la pipa, una de esas veces, ella y su compañero tomaban un tiempo  para echarse un taco, mientras esperaban a un cliente para darle servicio, cuando los encañonaron con una arma. Tuvieron que entregar todo lo del día trabajado. "A muchos compañeros les pasa seguido", afirma.

Pese a todo, Mónica dice que le gusta mucho su chamba y sí, cuando está trabajando está concentrada, haciendo equipo con sus compañeros, pero se siente muy cómoda, sin importar que a otros les parezca extraño que una mujer se desempeñe en esta actividad. "A la gente se le hace raro porque uno es mujer y este trabajo es de hombres, entre comillas, porque la verdad uno puede hacer lo mismo", explica.

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Ella sube y baja la manguera a gran velocidad, hasta una azotea,  junto con su compañero de trabajo, coordinados, el peso de  la herramienta es considerable, pero la destreza es visible. Se coloca los guantes y jala la manguera extendida a todo lo largo de la calle, para que sea acomodada y vuelta a enrollar en la parte trasera del carrotanque. "Puedo hacer de todo, no tiene ninguna diferencia", detalla. Lo que sí es seguro es que Mónica ha desarrollado una fuerza y habilidad muy notables a sus 36 años.

Después hace la nota, cobra y sus compañeros se adelantan a la siguiente cuadra. "Yo digo que si ellos pueden manejar  (la pipa),  yo puedo; si ellos pueden conectar la manguera, yo también la puedo conectar", equipara.

Ella trabaja de 7 de la mañana a 4 de la tarde y valora lo que ha obtenido con su oficio, pese a los riesgos que implica y sin importar que luego tenga que extender sus horas de trabajo en la casa, pues hay que atender a los hijos y asegurarse de que han comido, con ayuda de su madre. "Me siento orgullosa de mí misma en este trabajo porque es un  un poco pesado y lo ven que es para hombres, no todas las mujeres hacen lo mismo que hacen los hombres, pero yo sí puedo", dice satisfecha.

"En este trabajo no es que nos vaya taaan bien, ¿verdad?, lo que ganamos es para la necesidad de la casa", pero Mónica precisa que le ha ayudado en todo, les ha dado a sus hijos estudios, lo que necesitan, sin lujos y ellos  la admiran y  lo ven como un empleo normal, sin género.

A Mónica Rodríguez le gustaría que más mujeres trabajaran en su actividad,  dice que hay otras como ella, pero ni siquiera conoce a una en persona. Sabe que es de las pocas, aunque considera que es difícil de creer, porque está segura que el de repartidora de gas debería ser un empleo para cualquiera.

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