AQUÍ ALGUNAS HISTORIAS

Casi 8 mil personas se quitaron la vida en primer año de la pandemia en México, algunas historias

Casi 8 mil personas se suicidaron en primer año de la pandemia en México, algunas historias

(Foto: Ilustrativa, Unsplash)

Historias 27/12/2021 12:40 Yara Silva Actualizada 18:22
 

Con la voz alterada, Vicente advertía que ese día terminaría su vida. Lily pensó que se trataba de otra de las crisis que su novio enfrentaba desde que la pandemia lo dejó desempleado y abandonado por su ex esposa. 

No fue así. Aquel 26 de octubre, Lilly escuchó el grito de hartazgo de Vicente. Él se encerró en uno de los cuartos de la casa del pueblo de Topilejo, en Tlalpan y disparó.

Ese tiro en la cabeza terminó con las deudas acumuladas durante nueve meses de desempleo y con los constantes temores de que su novia lo dejara, como lo hizo su ex esposa.

Como este hombre de 40 años, otras siete mil 818 personas eligieron el suicidio durante el primer año en pandemia.

El aumento de ese número de muertes no es lo único que alerta a gobiernos y especialistas en salud mental. Y es que son los adolescentes y adultos quienes más han cometido suicidio durante 2020 y 2021.

Especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dicen que con la pandemia, la atención de la salud mental de adultos y adolescentes entró en un estado de emergencia.

En México no hay una estrategia para atender a quienes padecen trastornos mentales. Los estudios de la universidad indican que 30 por ciento de la población padece depresión pero sólo tres por ciento recibe atención médica.

Estos números y la falta de atención en la ciudad y los estados, provocaron que los suicidios aumentaran cuando la pandemia impidió que jóvenes y adultos socializaran en escuelas y centros de trabajo.

Tal vez ese encierro orilló a Omar a sujetar una corbata a la litera de su cuarto y atarla a su cuello para después saltar y quedar al aire.

Se desconoce si el adolescente de 17 años sabía que en la calle aledaña al edificio en donde vivía, existe una organización que brinda ayuda emocional a quienes lo piden.

No era necesario pagar para que lo escuchara un psicólogo del centro de integración social ubicado en la colonia Narvarte, en la alcaldía Benito Juárez.

Su tío dice que nadie se dio cuenta de que Omar necesitaba ayuda. Su ánimo era el de cualquier adolescente con altibajos. Un día pasaba de la alegría de tener una novia, al enojo por no poder asistir a la escuela.

La noche del 9 de octubre, el ánimo de una fiesta familiar se tornó en tristeza cuando Omar discutió con su novia. Horas después de que ella lo dejara solo en su cuarto, sus padres hallaron su cuerpo que pendía de la litera.

La Organización Mundial de Salud dice que por cada persona que termina con su vida, otras 20 intentan hacerlo. Por eso los especialistas recomiendan dialogar con empatía para detectar algún trastorno como la depresión.

Para Alejandra no fue difícil descubrir los trastornos que su hija presentaba. Aún era niña cuando Estefanía perdió el interés en la escuela, en amigos y el resto de la gente. Cambió las tardes de juego por el encierro y la soledad de su casa.

La infancia y adolescencia de Estefanía fue un desfilar por decenas de consultorios hasta que fue diagnosticada con esquizofrenia. Medicamentos, terapias y la comprensión de su madre la ayudaron a controlar la enfermedad.

Así fue hasta que el confinamiento por la pandemia mandó a Alejandra a casa sin recibir el salario que utilizaba para comida y los medicamentos de su hija.

Tras meses sin tratamiento, las voces invadieron la mente de Estefanía. La crisis la obligaron a pedir ayuda en el instituto Nacional de Psiquiatría. Era una emergencia que no fue atendida porque la amenaza del coronavirus en la ciudad redujo la plantilla de médicos al 30 por ciento.

Un domingo de abril, Alejandra salió en busca de dinero. Un vecino ofreció un pago por atender un negocio de comida. Ese día, ella recibió la llamada telefónica que oscureció sus días. Era una vecina del edificio de la colonia San Rafael, en Cuauhtémoc, que la alertaba: su hija había se había suicidado.

Su mente le ordenaba convertirse en ángel e ir con Dios. Estefanía terminó su estancia de 32 años en el mundo arrojándose del tercer piso. Por su edad, ella no entra en la cifra de menores que se han suicidado durante la pandemia. El Inegi contó mil 150 niños y adolescentes que durante 2020 se suicidaron.

En ese conteo tampoco entra Isabella. Aunque ella tenía 11 años, decidió morir en abril de este año. Los policías que acudieron al llamado de su padre, describieron el domicilio en donde la niña vivía como “una unidad habitacional de clase alta”. En realidad, Isabella vivía en una privada custodiada, rodeado de jardines y bardeada con las piedras volcánicas de la colonia Jardines del Pedregal.

En esa zona de Álvaro Obregón, nadie sospechaba que la hija de un director de finanzas de una empresa farmacéutica se suicidaría. 

No sólo porque era apenas una niña, sino porque era deportista, practicaba esgrima, y estudiante sobresaliente en un colegio que presume fomentar las habilidades físicas, mentales y emocionales de sus alumnos.

Hoy la casa de Isabella parece estar abandonada. Sus vecinos dicen que desde el 5 de octubre cuando el papá encontró a su hija desvanecida sobre la cama y con una tela blanca atada al cuello, la familia se rompió.

En total, 150 niños y adolescentes decidieron acabar con su vida en el año 2020, en plena pandemia. 

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