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Dedo pulgar: Por los que amamos, los más cercanos. El dedo pulgar es el que está más cerca de ti. Así que comienza orando por aquéllos que están más unidos a ti. Orar por los que amamos es "una dulce tarea”, decía el ahora Papa.
Dedo índice: Por los que enseñan, instruyen y curan. Ellos necesitan apoyo y sabiduría al conducir a otros por la dirección correcta. Manténlos en tus oraciones.
Dedo medio: Por los líderes, gobernantes y personas con autoridad, quienes de verdad necesitan la dirección divina.
Dedo anular: Por los débiles, enfermos y atormentados. Es nuestro dedo más débil, que nos debe recordar orar por los menos beneficiados. Ellos necesitan de nuestras oraciones.
Dedo meñique: Por uno mismo. Cuando hayas terminado de orar por los primeros cuatro grupos, tus propias necesidades aparecerán en una perspectiva correcta y estarás preparado para orar por ti mismo de una manera más efectiva.

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