En su departamento, donde revolotean y trinan los colibríes a los que ayudó a sanar, y que por ahora resguarda 95 con ayuda de su asistente Ceci, a quien llama ‘la nana’ de las coloridas aves que llegan a pesar hasta seis gramos, atiende llamadas de personas de todas partes del mundo que acuden a ella para recibir indicaciones que pongan a salvo a los ejemplares que sufrieron algún daño físico.
(Foto: Atenea Campuzano, El Gráfico)
Mientras desinfecta y examina meticulosamente a “Fortuna”, una diminuta paciente que llegó a la clínica cuenta que hace 11 años fue diagnosticada con cáncer de colon y que durante su tratamiento, a su lado llegó un moribundo colibrí a quien nombró “Gucci”; a él le adjudica haberle hecho menos pesada la batalla que logró vencer contra la enfermedad.
“Le hice una promesa a la virgen de Lourdes, mi protectora, que voy a apoyar, sin pedir nada a cambio, a cada ser viviente que pase un momento desesperado en la enfermedad. Dios me sacó del cáncer para hacer algo”.
‘La reina de los colibríes’, como la llaman en las redes sociales y quien en su juventud fue diseñadora de alta costura, hizo un llamado a las personas que usan los ejemplares para realizar ritos de santería, como “amarres de amor”, para que no caigan en “prácticas ignorantes” y contribuyan a salvaguardar la integridad de los colibríes que, agregó, por lo menos 20 especies de ellos se encuentran en peligro de extinción.
“Yo no pido ningún apoyo económico. Pronto haremos la fundación con Terraza Colibrí, que están cerca de CU, hay muchas flores y es en donde liberamos a los colibríes. Entonces empezaremos a recibir fondos”, mencionó Catia Lattouf.