Me hizo maravillas con la lengua

Hola, mis amores, excelente miércoles a todas y todos. Espero la estén pasando rico en estos días de frío y que se estén cuidando para no enfermarse. Les quiero contar cómo disfruté un estupendo sexo oral hace dos noches. 

Llegamos del trabajo y me bañé, me puse mi pijama para poder acostarme, mientras mi novio se bañaba. Me puse a ver una serie, pero me quedé dormida. De pronto, empecé a sentir las manos frías de mi novio en mis pies, acariciándomelos y poniéndome la piel chinita, empezó a subir sus manos por las pantorrillas, entreabriendo los ojos pude verlo debajo de las cobijas. Abrí mis piernas para que sus manos subieran hasta mi almendrita, comenzó con los dedos, embarrándome de flujo las piernas. 

Tomé su cabeza por arriba de las cobijas y lo pegué a mi Monte de Venus. Él abrió la boca enorme, queriendo abarcar toda mi almendrita con su lengua para succionarme todo. Con sus dedos abrió mis labios para poder meterme la lengua, los escalofríos recorrieron mi cuerpo y mi almendrita se humedeció tanto, que escuché cómo sorbió una parte de mi flujo. 

Comenzó a poner su lengua en mi clítoris, mientras sus dedos entraban y salían de mi amiga mojada, dejándome embarrada cada vez más. Cuando estuve a punto de explotar, él quitó la cobija, sabía que mi orgasmo iba acompañado de un squirt, aumentó la velocidad con la que me estaba dedeando y por fin pude sacar todo ese placer. 

Gimiendo y respirando de forma entrecortada, por fin abrí bien los ojos para ver el desastre que había dejado en mis sábanas. Después de la faena y el placer, tuve que cambiarme y junto con mi novio cambiar todas las sábanas. 

Después de buen sexo, no siempre es como en las películas, quedarse abrazados y dormir. A veces hay que levantarse para limpiar, comer o hasta para irse a trabajar. Cuéntenme ¿qué es lo más raro que has tenido que hacer después del sexo? 

¡Les mando todo mi amor!