¿Hasta que el cuerpo aguante?

Gabriel Cruz

OPINIÓN 01/11/2019 12:03 Gabriel Cruz Actualizada 12:03

A poco más de una semana, de la noche en la que el luchador La Parka sufrió un accidente mientras trabajaba en la Arena Coliseo de Monterrey, el esteta sigue en terapia intensiva y las complicaciones están latentes.Su caso, más allá del deseo general de que recupere su vida normal, invita a regresar a un tema que parece invisible a las autoridades, promotores y a los propios luchadores, en el sentido de poner mayor atención en la condición física y mental que requiere enfrentar un deporte que ha evolucionado sin freno.Hoy, los luchadores profesionales deben ser antes que nada atletas de alto rendimiento. Requisito imposible de cumplir por la mayoría, ya que forman parte de un espectáculo disparejo, en el que cuando hay ganancias, la mejor parte es para el que contrata y maneja el evento. Eso, en el mejor de los casos, ya que representa un pago seguro.Sin embargo, es más frecuente luchar por ‘amor al arte’, caminar así gran parte de la carrera y llegar a la madurez lastimado, sin un respaldo para enfrentar la vida cotidiana y ‘obligado’ a seguir en la batalla.Ahí no entra la Parka, quien a los 53 años puede superar este mal momento y continuar en la lucha libre, tal vez no sobre el enlonado, pero sí como un estandarte de la empresa Triple A, con la que se la ha jugado desde que recibió el famoso personaje del huesudo.Desafortundamente, no pasa los mismo con el grueso de luchadores que rebasan esa edad y con más de veinte años en la lucha, se mantienen en combate, más por necesidad que por convicción.

¡Buenas luchas!

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