Mañana 8 de diciembre se cumplen 29 años de aquel episodio ocurrido en 1989, cuando el público de la Arena México se me vino encima por mi actitud ruda tras un controvertido cuadrangular en el que gané una máscara más.
La historia fue así: se trató de un cuadrangular de máscaras que se efectuó el viernes 17 de noviembre de 1989. La mecánica iniciaría con una lucha campal (todos contra todos) y se eliminarían dos luchadores, quienes se enfrentarían esa noche máscara contra máscara.
Los participantes eran Rocky Star, All Star, Fuerza Guerrera y El Hijo del Santo, con Roberto Güero Rangel y Gran Davis como los réferis.
Al inicio Fuerza Guerrera se fue contra mí y Rocky sobre All Star y hasta ese momento la mayoría del público estaba de mi lado. Fuerza y yo nos destrozamos las máscaras y All Star hizo lo mismo con Rocky.
Después de ser víctimas de una serie de rudezas —patadas, golpes, topes, llaves y castigos—, All Star y yo reaccionamos y lanzamos dos planchas desde la tercera cuerda contra los rudos, a quienes dejamos fuera de combate después del conteo de 20 segundos para que ellos después se jugaran sus máscaras a una caída.
Esa noche Fuerza Guerrera desenmascaró a Rocky Star, cuyo nombre es Luis Téllez . Pero ahí no terminó todo, pues los finalistas fuimos All Star, Fuerza Guerrera y El Hijo del Santo.
La segunda ronda fue un triangular que se efectuó dos semanas después, el viernes 8 de diciembre de 1989. Subimos al ring y después de un volado se decidió quiénes se enfrentarían primero a una caída. El turno fue para Fuerza Guerrera y para mí; All Star esperó al ganador para así continuar la eliminatoria.
Desde el inicio tuve que luchar con rudezas, pues tenía frente a mí a un gran rudo, también conocido como El Mosco de la Merced, y el público se empezó a meter conmigo. Finalmente Fuerza fue mejor y me derrotó con la llave de “a caballo”. Entonces se enfrentaron a una caída All Star y Fuerza Guerrera.
Nuevamente la experiencia de Fuerza salió a flote y derrotó con un “medio cangrejo” a All Star para salvar su incógnita. Desde ese momento el público estaba inconforme, pues querían ver una final entre Fuerza Guerrera y el Hijo del Santo. Como en todas las luchas de apuesta, All Star y yo nos enfrentamos a dos de tres caídas sin límite de tiempo, máscara contra v máscara.
Perdí la primera caída con una durísima “tapatía” y en la segunda All Star me sangró. Yo tuve que emplear rudezas y esto molestó a los aficionados. Después de un efectivo tope hacia afuera del ring y la de “a caballo” empaté la lucha. En la tercera caída mi único objetivo era ganar y las rechiflas y abucheos contra mí no se hicieron esperar.
Me encaré al público y seguí castigando a mi rival, le rompí la máscara y también lo sangré. Ahora el favorito del público era mi oponente y bajo la presión del grito: “¡Star, Star, Star!”, tuve que emplear toda mi rudeza. En una tercera caída entre toma y daca de llaves, topes y planchas, logré caer con un mortal hacia afuera de ring sobre All Star, quien perdió la lucha al escuchar la cuenta de 20 segundos.
Ante la molestia de la mayoría de los asistentes se despojó de su máscara y así surgió Alfonso Amezcua, de la dinastía de su abuelo Vick Amezcua e hijo de Alfonso Dantes. Al mismo tiempo, yo gané mi máscara número dos.
Debo decir que en el fondo de mi corazón, al igual que mi padre, tengo un rudo que aflora cuando me veo en la necesidad de defenderme.
Nos leemos la próxima semana , para que hablemos sin máscaras.