Existe un “Antes de Pandemia” y un “Después de Pandemia”. Luego de esos dos años de pausa en los que hubo pérdidas y victorias, el mundo, y en concreto la Ciudad de México, avanzaron en cámara rápida como si quisieran recuperar el tiempo perdido. 

Sí, algo similar como en la película ‘Big Fish’, de Tim Burton, cuando el protagonista queda completamente enamorado que hasta la vida queda suspendida por un instante para luego dar un chicotazo y avanzar a toda velocidad. Algo así de hermoso, escalofriante y freak.

Y bueno, el terreno del espectáculo y de los conciertos (nuestro mero mole en esta columna sabatina) no fue la excepción. 

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Las productoras comenzaron a traer a todos los artistas y no hay semana en la que la agenda musical no esté desbordada de figuras de todos los géneros, en una ciudad sin tregua, sin descanso, en una ciudad llena de vida, altos decibeles y ojeras.

Tan sólo el próximo sábado 20 de abril, sí, tan sólo en esa tarde-noche capitalina, en ese ‘Sábado Distrito Federal’ (Chava Flores, dixit), se presenta Interpol gratis en el Zócalo; Madonna arranca su serie de conciertos en el Palacio de los Deportes; Bruce Dickinson (vocalista de Iron Maiden) presenta su disco ‘The Mandrake Project’ en el Pepsi Center WTC; Caifanes da su segundo show de la semana en el Auditorio Nacional (este año tendrá Auditorio Nacional, Palacio y Foro Sol); Mr. Big hará lo propio en el Auditorio BB; el gran Tom Jones dará un recorrido musical en el Metropólitan, y así nos podríamos seguir. 

¡Una locura! Bueno hasta Pedro Fernández canta ese día en la Arena Ciudad de México (risas grabadas).

ENCORE

Ahora bien, es importante que los melómanos cuiden sus finanzas personales, porque es tanta la oferta que podrían estar gastando de más en esa adicción musical que vivimos. 

Y es que no sólo es el comprar el boleto, que genera un gran gasto ‘per se’. Es la bebida adentro del recinto, el estacionamiento (he llegado a ver costos de hasta 400 pesos por coche) o bien el taxi de regreso a casa con tarifas exageradas, más la cena y ni qué decir de los que vienen de otra ciudad o país a ver a su artista favorito (cancelaciones aparte). 

Pero bueno, quién soy yo para dar consejos si los conciertos han sido mi adicción desde la secundaria cuando mi papá me llevó, en una misma semana (en febrero de 1998), a ver a Deep Purple y a los Rolling Stones. 

No soy el más indicado para dar consejos porque los conciertos han sido mi casa, han sido mi alimento, mi refugio, mi guarida, y que la Ciudad de México esté convertida en un concierto permanente me llena de mucha alegría y exaltación. 

¡Pandilla, nos vemos el siguiente sábado en el Zócalo con los Interpol! ¡Será hermoso, nos vemos en la plancha!