Las tablas de Alejandro Fernández podrían ser curso para incipientes cantantes de la industria

Este espacio iba a ser para contarles de las amenazas que me hizo el equipo de seguridad de Carín León y la limitada capacidad de su mánager Jorge Juárez para solucionarlo; sin embargo, prefiero enfocarme en lo más reciente: la maestría de Alejandro Fernández (que bien podría ser un curso para muchos incipientes cantantes y personajes de esta industria).

He tenido la oportunidad de ver al menos 40 conciertos de Alejandro Fernández a lo largo de estos años y en varias partes del mundo.

Lo vi en Canarias, Las Vegas, Los Ángeles, Jalisco, con Vicente Fernández en El Foro Sol, en varios palenques y hasta en el Palacio Real, en Madrid, por mencionar algunos lugares. Pero ninguno de esos lugares pueden percibir la emoción indescriptible que puso en su presentación en la plaza México. Alejandro ha dado el mejor concierto de su historia artística. 

Alex sabe ahora, después del fenómeno de venta que fue hacer la plaza México, que su espectáculo se convertirá en un imprescindible para la audiencia, pues aunque pudiera tener la misma estructura, el público siempre encontrará algo diferente, gracias a las semillas dejadas en la presentación en La México. 

Este nivel de exigencia, además de darle al público lo que merece, pondrá a todos y principalmente a Alejandro a no perder nunca la capacidad de asombro y reinventarse siempre. 

Entendió que al artista lo forma la evolución y no la revolución.

El Potrillo sabe que nadie le compite, está seguro de lo que ganó el sábado y será el inicio de su nuevo capítulo; presentarse en La Plaza México legitimará todavía más sus presentaciones y lo pondrán inalcanzable.

Sobre el escenario, ensayó con disciplina, revisó a profundidad y cantó impresionante, pero lo más importante es que al bajar mantuvo los pies en la tierra y sin egos, logró disfrutar ver cómo 50 mil personas se rindieron ante su indiscutible talento y comenzaron a honrarlo como estrella de la música.

Platiqué con él horas antes de la presentación y, además de ver con orgullo cómo creció el artista que he seguido por más de dos décadas, me dio mucha alegría escuchar al ser humano con “nervios de subirse al escenario”, pero consciente de que hacer un show ahí, era una factura pendiente en la construcción como artista.

En síntesis: Señoras y señores, tenemos nuevo ‘Rey de la música mexicana’ y este tiene un nombre, se llama Alejandro Fernández. 

Nos leemos la próxima semana, aquí donde, sabes, quizá hablemos de ti.