Los hombres y mujeres, por sorprendente que parezca, ven de manera distinta y una de estas diferencias está relacionada con los ojos y la manera de cómo cada género percibe ocularmente la realidad.
Los tonos de los colores es un tema sobre el que discrepan las parejas. El hecho es que mientras para los hombres un vestido simplemente es azul, para ellas puede tratarse de un atuendo azul marino, rey, turquesa, zafiro, pastel, o aguamarina.
Algunos estudios indican que la percepción visual está determinada por factores biológicos y no porque las mujeres sean de Venus y los hombres de Marte.
¿Por qué vemos distinto?
Las investigaciones apuntan tres detalles para medir la percepción del color:
Matiz, llamado tono o tinte, es una de las cualidades fundamentales del color.
Saturación es la profundidad que ofrece el tinte.
Brillo. Se trata de la cantidad de luz que emana un color.
Diversos experimentos detectaron que las mujeres son más sensibles para distinguir distintos matices en un gradiente. Lo mismo sucede en el caso de la saturación, por ello, son capaces de ver una mayor cantidad de colores.
Visión de hombres. Los hombres poseen mejor habilidad para distinguir barras blancas y negras, detectar cambios en el brillo. Algunas teorías aseguran que las diferencias podrían tener relación con los roles de género que practicaban los primeros humanos.
El macho, en su función de cazador, necesitaba una mejor percepción espacial, mientras que la hembra desempeñaba el papel de recolectora, en la que el matiz era básico para distinguir los frutos venenosos de los comestibles.
Un estudio realizado por la Universidad de Londres indica que los hombres son hasta 16% más propensos a desarrollar problemas visuales severos, debido a que suelen ignorar los síntomas (más que las mujeres) y no buscan atención oportuna.
Sumado a lo anterior, ellos son hasta 17 veces más propensos a daltonismo, dificultad para percibir los colores. Las mujeres son más proclives a desarrollar ojo seco, debido principalmente a los cambios hormonales que se presentan durante el embarazo y la menopausia (entre otros factores), lo que genera dolor al usar lentes de contacto debido a la resequedad.
