El peatón es uno de los ejes centrales en la nueva Ley de Movilidad del DF aprobada el pasado 30 de abril en la Asamblea Legislativa, donde este ordenamiento se discutió durante poco más de un año y medio.
En lo administrativo, los diputados locales apelaron por el cambio de nombre a diversas dependencias, como la Secretaría de Transportes y Vialidad que podría cambiar su nombre por Secretaría de Movilidad, ámonos, gritan los caminantes.
Sus artículos contemplan que el gobierno capitalino gaste por ley en infraestructura peatonal y que se impulse una cultura para garantizar la seguridad de las personas, hasta aquí, todo claro, pero queda algo pendiente.
A nadie en su sano juicio, ni al jefe de gobierno, diputados, activistas, ni a los ciudadanos de a pie, les ha pasado por la cabeza que el peatón está relacionado con todas las dependencias de gobierno.
Las secretarías del Medio Ambiente, Salud, Seguridad Pública, de Protección Civil, Obras y Servicios; Gobierno, Educación, Desarrollo Urbano, Cultura y Desarrollo Social, entre otras, deberían ocuparse de los que caminamos por las calles del Distrito Federal.
El peatón es el verdadero precursor de una ciudad en movimiento, y para que éste tenga garantizado su desplazamiento a pie se debe pensar en una especie de Secretaría del Peatón.
Ahí podrían forjarse programas de salud, calidad del aire, urbanidad, seguridad, cultura, educación y todos los temas con los que un ciudadano se vincula cuando pone un pie en la calle.
No se necesitan cambios de nombre a secretarías, ni
maquillar políticas públicas en las que supuestamente se favorece al peatón en aras de recuperar adeptos que confíen en las autoridades.
Mientras las altas esferas no tomen una postura seria en torno a la política peatonal, usted y yo nos persignaremos a pie de banqueta para estar seguros en la selva de asfalto.
A partir de la próxima semana, Viandante dará otros pasos y aparecerá como Zona Peatonal.
