Ahí va el agua

01/10/2014 04:00 Mario Mejía Actualizada 02:04
 
Como peatones, no sólo tenemos que cuidarnos de coches en batería, ciclistas y patinetos sobre la banqueta. 
Hay otra amenaza que es muy común en las aceras y que nadie  mete en cintura.
 
Se trata de los negocios que asean sus locales por las mañanas.  Es irritable caminar sobre una acera enjabonada de piso resbaloso y con zapatos de vestir, en el caso de los hombres, o con tacones, en el caso de las mujeres.
 
Esto empeora cuando vamos acompañados de la abuela que apenas camina y se aferra a nuestro brazo, mientras esquiva un cubetazo lanzado por el empleado que apenas puede con su alma. 
 
 Y qué tal cuando ese comercio no nada más limpia su espacio, sino que también decide dar mantenimiento a su mobiliario en plena calle. 
 
Esto ocurrió afuera de una cantina cerca de la Plaza de la República, que en un santiamén convirtió la acera en su taller de lavado y engrasado, ocupando el espacio del caminante. 
 
Empleados con muchos bríos asearon  las sillas en un área pública, sin que ninguna autoridad los invitara a liberarla, esto podría conocerse como  “El plantón de la sillas”.
 
El sentido común que no emplearon los trabajadores de la cantina debe prevalecer entre los ciudadanos antes que cualquier ley.
 
 Mientras más se legisle en contra de estas arbitrariedades, más se demuestra que el “me vale madres” es el modus operandi para actuar en nuestra ciudad.
 
¿Qué les cuesta reconocer a comerciantes que la banqueta es el espacio vital del que camina?
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