Amor imposible e inolvidable

Sexo 21/10/2016 05:00 Raúl Piña Actualizada 05:02
 

Gabriela desliza de manera sutil una carta en el escritorio de su maestro.  Todas sus compañeras han dejado el aula y sólo ella, atrevida y esperanzada, sonríe a  su   profesor y al entregarle  el sobre, las mejillas revientan de rubor.

Ella tiene apenas 16, él 45.   Ella,  niña de casa.  Él, un hombre hecho y derecho. Después de un par de días, él le pide a la atrevida jovencita espere a que se vayan todas. 

Guapo y con unos  dientes perfectos, sonrisa de matador, ojos de no me dejes nunca, la toma de una mano y le dice muy tranquilo, como cuando un padre habla con un hijo.

“No te quiero lastimar, no quiero que te confundas, no quiero hacerte llorar, no lo mereces. Me haces muy feliz y me  halaga mucho lo que me dices en tu carta, pero no puedo ni debo corresponderte.   Tu amor para conmigo es mágico,   hermoso, pero no es correcto”.

Te diré unos motivos de por qué no puede ser. Eres una niña. Soy mucho mayor que tú y soy gay.

Los ojos de ella parece que van a reventar.  Los ojos  de él  quieren llorar. No quiero  hacerte daño, no quiero que pienses  algo que no puede ser.  No quiero que me odies, porque ya me odio yo por decirte ésto, pero no es posible.   Aunque fuera de tu edad, no se puede. No soy yo.

Gabriela compone el gesto y sabe que su vida  ha cambiado. De un golpe, ha entendido que no todo se puede tener, ni poseer, ni cambiar  al capricho de una emoción.

Han pasado casi 30 años  y ella sigue enamorada del amor.  Sigue enamorada de la honestidad, de los hombres correctos.   Sean o no gays.  Ahora entiende que hay opciones.  Que no todos  estamos hechos para lo mismo.  Quiere que su hija aprenda eso. Quiere que sea tolerante, que sea empática,   respetuosa de las preferencias de quien sea.  Quiere que su hija no deslice sobres en escritorios de amores lejanos y confundidos.

Gabriela camina tomada de la mano de la serenidad, de la empatía, del entendimiento y del amor a los seres humanos. Ha levantado la bandera de la lucha por la igualdad, por la justicia y por un mejor camino para todos.

Gabriela Terán, maravillosa madre, excelente esposa, mejor  amiga y gran ciudadana. Como ella, han aparecido muchas mujeres en este largo trayecto de lucha.  Mujeres que comparten y que nos acompañan en la  batalla.   Madres, hijas, amigas, compañeras.

Muchas mujeres se  enamoran del amigo, del compañero de oficina, del maestro, del simpático, del guapo, del siempre  amable.   A veces, la  amabilidad se confunde y las chavas se ilusionan con el hombre que no es. 

 

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