Señales preocupantes

30/09/2014 03:00 Víctor Jiménez Actualizada 01:45
 
Muchas personas han probado las drogas, pero no se han hecho dependientes. ¿Cómo se explica esto? ¿Por qué algunos apuestan hasta perderlo todo o se endeudan a causa de las compras compulsivas? ¿Por qué hay quienes no pueden parar, si la mayoría puede detenerse después de tomar una o dos bebidas alcohólicas? Porque tienen una personalidad adictiva, no saben cuándo parar, a pesar de estar conscientes de su comportamiento auto-destructivo.
 
A la serie de características de la personalidad que hace vulnerable a una persona al abuso de sustancias o comportamientos se le llama personalidad adictiva. Se calcula que el número de personas afectadas por este síndrome se encuentra entre 10 y el 15% de la población. Los rasgos característicos de una persona con tendencia a las adicciones son:
 
Impulsividad. Este rasgo supone actuar sin considerar las consecuencias, como cuando uno tiene un atracón de comida alta en azúcares, postres o chocolate. Al impulsivo le cuesta retrasar la gratificación, le urge obtener la sustancia o hacer la actividad adictiva de inmediato. 
 
Dificultad para lidiar con el estrés. El dependiente recurre a la adicciones como mecanismo de afrontamiento cuando se encuentra en situaciones estresantes. Busca alivio contra la ansiedad y los sentimientos desagradables, aunque éste sea sólo temporal.
 
Dependencia de lo externo.  Quien prende un cigarro al levantarse por la mañana o abre una cerveza antes de quitarse la chaqueta al llegar a casa le otorga a la actividad o sustancia demasiado poder para hacerlo sentir bien. Hay alternativas para relajarse sin depender de algo externo, una de ellas es cerrar los ojos y contactar con las sensaciones de su cuerpo.
Cambio de una adicción por otra.  De la bebida se puede pasar a las drogas, de éstas al sexo, de éste a la comida en exceso, de ésta a la vigorexia (adicción al ejercicio). Se ha observado la tendencia a sustituir el abuso del alcohol por el café y el tabaco en participantes de grupos de AA.  
 
Búsqueda de nuevas sensaciones. El individuo con personalidad adictiva necesita intensidad, excesos, nuevas experiencias, deportes extremos, adrenalina, lo exótico y diferente. 
 
Compulsión. Ésta consiste en continuar haciendo una actividad a pesar de las consecuencias negativas. Por ejemplo, en la vigorexia, el fanático repite incansablemente sus rutinas aunque esté enfermo o lastimado y requiera descanso. Está dispuesto a cancelar compromisos sociales y de trabajo con tal de hacer sus rutinas. En la mente de alguien con personalidad adictiva, la urgencia vence a la parte analítica, que ayuda a tomar decisiones prudentes.
 
Depresión y ansiedad. Estas dos condiciones pueden llevar al individuo a un comportamiento apremiante y excesivo como escape a sensaciones desagradables. Muchas veces se utilizan las compras compulsivas para aliviar la ansiedad o depresión. 
 
Tendencia a tomar riesgos. La búsqueda de euforia y producción de adrenalina, una hormona secretada en situaciones de alerta o emergencia, llevan a la persona a excederse en algunas conductas. Ejemplo de esto es la adicción a la pornografía y al sexo, pues el adicto busca constantemente nuevas sensaciones y experiencias más riesgosas y estimulantes.  
 
Predisposición genética. Quien tiene personalidad adictiva podría estar buscando compensar, con una actividad o sustancia, la falta de dopamina, la hormona que ayuda a mantenerse alerta y entusiasmado.
 
 
Si identificas estos rasgos en ti o alguien conocido, sería una buena idea consultar a un psicólogo o terapeuta. Uno de los tratamientos para las adicciones es la terapia cognitivo-conductual: entrenamiento en habilidades de afrontamiento, prevención de recaídas y terapia de aversión. Recuerda que cuando se lleva al extremo, lo que se considera sano y natural puede volverse peligroso.
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