Arrepentimiento: ¿un sentimiento inútil?

Vida 30/01/2018 05:22 Víctor Jiménez Actualizada 19:22
 

“Si tan solo hubiera hecho las cosas de manera diferente” “¿Por qué no me defendí cuando tuve la oportunidad?” Con estas frases nos lamentamos de lo hecho o dicho, o bien, de lo que dejamos de hacer o callamos. Todos en algún momento recurrimos a este tipo de lamentos acerca de decisiones pasadas, sobre todo si ahora deseamos haber elegido un camino diferente.

¿En qué consiste el arrepentimiento? Nos arrepentimos de haber actuado de cierta manera porque las cosas no resultaron como queríamos. Sentimos tristeza o coraje por lo que podría haber sido y no fue. Tenemos una sensación de pérdida. Deseamos poder deshacer nuestras elecciones. Y claro, nos culpamos y torturamos. ¿Cuántas veces no has terminado dándole vueltas y vueltas a eso de lo que te arrepientes, provocándote estrés y desgaste mental y emocional? Seguramente sabes de qué hablo.

El lado oscuro del arrepentimiento. Lamentarse tiene efectos dañinos en el cuerpo y la mente cuando se convierte en rumiación mental y auto-reproche. Estas dos actividades nos impiden reincorporarnos a la vida, extienden el malestar por cómo actuamos y nos pueden llevar a la depresión. Lamentarnos sirve para atormentamos. ¿Acaso es posible volver en el tiempo y cambiar nuestras decisiones? ¿Qué ganamos con martirizarnos pensando que deberíamos haber tomado un camino diferente? ¿Cómo podríamos haber sabido en ese momento que no era la mejor elección? No tenemos una bola de cristal para saber cómo van a resultar las cosas. Hacemos lo mejor que podemos con los recursos, la información y el conocimiento que tenemos en cada momento.

¿Arrepentirse tiene alguna utilidad? Como una moneda, el arrepentimiento también tiene dos caras. Ya vimos en qué consiste una de ellas: el martirio mental y emocional. Pero, como afirma el investigador en el tema, Neal Roese, el arrepentimiento también nos ayuda a aprender de los errores y evitar acciones negativas en el futuro. Los errores nos pueden impulsar a mejorar  actitudes y acciones.

Lamentaciones frecuentes. Cuídate de llegar a tener estas lamentaciones, dice Bronnie Ware, una enfermera especializada en el cuidado de personas en su última etapa de vida:

“Me arrepiento de haber vivido para cumplir con las expectativas de otros en lugar de la mías”. Hacemos esto con las pequeñas cosas cotidianas, pero también con nuestros grandes sueños.

“Me arrepiento de haber dedicado mi vida sólo al trabajo”. Si el trabajo se convierte en la única fuente de satisfacción, la vida se empobrece. Las personas más felices son las que equilibran sus actividades.

“Me arrepiento de no haber expresado mis verdaderos sentimientos en todas esas ocasiones”. Nos guardamos tantas cosas: una palabra de agradecimiento, un halago, un “te quiero”, un “no te vayas” o una frase de aprecio. Quedarnos sin expresar lo que sentimos nos lleva a vivir una existencia “a medias”.

“Ojalá hubiera hecho algo para no perder  amistades”. Las perdemos porque no hacemos algo para conservarlas. Evitémoslo, dándole valor a la amistad.

“Ojalá hubiera hecho lo necesario para ser más feliz”. Una buena parte de la felicidad está en nuestras manos: estudiar lo que se anhela, gastar en lo que  importa, pasar el tiempo con personas queridas, cultivar la paz y armonía.

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