Tranquiliza a tus hijos

Vida 26/09/2017 10:09 Víctor Jiménez Actualizada 13:19
 

Después de un desastre natural como un terremoto los niños pueden sentirse atemorizados o inseguros por lo sucedido. Es probable que muestren diferentes emociones: confusión, tristeza, desesperanza, nerviosismo. También pueden manifestar signos de ansiedad: dificultad para concentrarse, mojar la cama, aislarse, chuparse el dedo, rehusarse a ir a la escuela, pesadillas, dolores de cabeza, temor de quedarse solos, miedo excesivo a la oscuridad, achaques físicos. Debemos estar atentos a estas reacciones.

Tus hijos reaccionarán en la forma en que tú reaccionas a la situación. Sentir temor es normal en niños y adultos. Sin embargo, como madre o padre, es importante que estés en control de la situación. Algunos de los miedos más comunes después de un temblor son que haya réplicas, alguien resulte herido o muera, la situación los separe de su familia y se queden solos.

¿Cómo  ayudarlos?

Manejando tu propio estrés. Los niños son muy sensibles a los estados emocionales de sus padres. Atiende tus propios temores, habla acerca de ellos, haz ejercicios de respiración para la relajación (aprende aquí: eluni.mx/2yxMLgv).

Ayúdales a comentar cómo se sienten y hacer preguntas sobre el desastre. Algunos querrán hablar del asunto y otros no. Respeta su decisión, no los presiones. Toda la familia puede compartir sus emociones y escuchar respetuosamente a los otros.

Reconozcan los sentimientos ajenos como válidos en estas circunstancias. Esto puede ser muy liberador para todos.

Tranquiliza a tus hijos diciéndoles que ellos, y toda la familia, van a salir bien de esta situación. De manera calmada, explícales lo que está sucediendo en palabras que ellos puedan entender.

Abraza a tus hijos con frecuencia, tómalos de las manos, pon tu mano sobre su espalda. Esto les dará la sensación de calma y seguridad.

Hazles saber qué va a suceder: “Esta noche nos quedaremos en un albergue (o en la casa de amigos u otras personas)”. Cuando hagas esto, agáchate para estar a su nivel, tómalos por los hombros o las manos y míralos a los ojos. Esto les dará seguridad.

En la medida de lo posible, mantén a la familia junta. Hagan actividades divertidas para, poco a poco, reemplazar el temor con recuerdos agradables.

Asegúrales que están a salvo y que volverás pronto. Los niños fantasean con facilidad y temen que sus padres no vuelvan, sobre todo porque han visto que otras personas han experimentado pérdidas de familiares.

Dales la sensación de seguridad. Utiliza un ritual, es decir, una acción agradable que siempre haces antes de dejarlos, por ejemplo, darles un abrazo y un beso de despedida, decirles “te quiero y pronto nos veremos”, pedirles que se despidan de ti desde la ventana o entregarles su muñeco de peluche favorito antes de partir.

Pasa con ellos más tiempo de lo acostumbrado cuando los lleves a la cama.

Permite que los niños hagan un duelo por las cosas perdidas: un oso de peluche, una mantita, su propia casa, una mascota. Si la familia debe ir a un albergue o una casa ajena, permíteles tener con ellos algo significativo, como un juguete.

Evita exponerlos en exceso a las noticias o que vean imágenes perturbadoras. Si, por alguna razón, llegan a ver esas imágenes o escuchar algo, habla con ellos honesta y claramente, sin dramatizar, sobre lo que está ocurriendo.

Lo común es que los efectos emocionales de los niños no duren mucho tiempo. Es natural que conforme pasan los días, gradualmente, regresen a la normalidad. En algunos niños las reacciones emocionales no surgen inmediatamente. Pon atención a las secuelas y síntomas, incluso meses después del desastre.

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