Ejerce tus derechos con asertividad

24/02/2015 03:00 Víctor Jiménez Actualizada 22:27
 

Ser asertivo es ser capaz de comunicar sentimientos, preferencias y necesidades con libertad y confianza. Es defender tus derechos, de manera adecuada, directa y honesta, siempre respetando al otro. A veces no expresamos ni defendemos nuestros derechos por temores, como a dar una mala impresión o a dejar de ser apreciados. Entonces permitimos que otros pasen por encima de nosotros.

Para que tengas en mente tus derechos, aquí hay unos cuantos sugeridos por el experto en el tema de la asertividad, Manuel J. Smith. Nuestra conducta prueba que los olvidamos y hacemos cosas que, en lugar de ayudarnos, nos perjudican.

Tienes derecho a cambiar de opinión. Tus intereses cambian con el paso del tiempo. Lo que antes considerabas aceptable, ahora te parece inaceptable, por ejemplo, el abuso verbal, pagar todos los gastos de la casa o hacer determinadas tareas. Cambiar de parecer es algo razonable. Si observas a tu alrededor, la gente asertiva ejerce este derecho: Jesús rechaza un trabajo porque descubre que en realidad no le interesa, cambió de opinión; Susana devuelve a la tienda un artículo que en realidad no necesita, cambió de parecer.

Tú también puedes ejercer este derecho. Si encuentras difícil hacerlo, podría ser porque en tu mente albergas esta idea rígida: “Una vez comprometido, no debo cambiar de criterio”. Es posible que pienses que, si cambias de opinión, parecerás irresponsable o poco confiable. Atrévete a cambiar de parecer y descubre si tus ideas fatalistas se convierten en realidad. La mayoría de las veces no es así.

Tienes derecho a decir “no sé”. Tener una respuesta para todo es una enorme exigencia. A veces está bien admitir no saber la respuesta, y no hay razón para avergonzarse. Decir “no lo sé” requiere de humildad y valentía. He aprendido esto a lo largo de mis años de experiencia en la enseñanza. Para un profesor, como para cualquier otra persona, es válido no conocer todas las respuestas a las preguntas planteadas. Admitir esto es liberador, honesto y habla de la propia seguridad.

En reuniones sociales, a veces los participantes tocan temas desconocidos para uno. Algunos, en particular los “sabelotodo”, reaccionan con sorpresa y desconfianza cuando descubren que no manejas información que deberías, según su perspectiva. En estas circunstancias está bien admitir tu ignorancia al respecto. Nadie conoce todo acerca de todo. Un buen ejercicio de asertividad consiste en decir francamente “no lo sé”, con la cara en alto. No pasa nada si desconoces un dato, no te exijas saberlo todo.

Tienes derecho a no dar explicaciones. Algunas personas creen tener el derecho a pedir explicaciones de acciones y decisiones ajenas. Esto es bastante común entre los miembros de la familia, quienes exigen justificación de ciertas conductas. Así, tratan de investigar, no sin cierta presión, por qué no tienes novio, por qué no te casas, por qué no tienes hijos. Al hacerlo, tienen la intención de que te ajustes a su visión de la vida. Están seguros de que la suya es la única manera de ser feliz.

Víctima de esta presión, Patricia, una mujer de 32 años, decidió utilizar siempre la misma respuesta. “¿Por qué no tienes novio?” “Porque no quiero”. “¿Por qué no te casas?” “Porque no quiero”. “Deberías tener un hijo” “Sí, pero no quiero”. De esta manera, sus interrogadores obtenían una respuesta y ella se los quitaba de encima después de una buena dosis de “porque no quieros”. Los muy insistentes (siempre los hay) preguntaban: ¿Y por qué no quieres?, a lo que Patricia contestaba encogiendo los hombros: “Simplemente no quiero”. Al final se dieron por vencidos.

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