Lo que callan los hombres

Vida 22/05/2018 05:18 Víctor Jiménez Actualizada 05:25
 

Los sentimientos de vergüenza con respecto al cuerpo no están reservados a las mujeres. A los hombres también les atormentan aspectos de su figura y apariencia física, y mucho más de lo que imaginamos. Muchos hombres se sienten avergonzados de su cuerpo por no estar a la altura de otros, sus ídolos o actores de cine. Pero no lo admiten con facilidad, como lo hacen las mujeres. Los hombres también sienten vergüenza, se comparan con otros, desean tener un cuerpo más fuerte y envidian a otros hombres.

Vulnerabilidad oculta. ¿Por qué les cuesta a los hombres admitir la preocupación por su apariencia corporal? Porque lo consideran un signo de vulnerabilidad y no quieren parecer vulnerables. Después de todo, “el hombre debe ser rudo y aguantador”, refuerza el estereotipo social. En su mente, admitir algunas emociones y estados mentales, entre ellos la envidia, el deseo de verse y sentirse atractivo y el malestar por no lograrlo, es signo de vulnerabilidad y debilidad, algo poco masculino, desde su punto de vista.

Preocupaciones comunes. Parte de ser vulnerables, como todos lo somos, es admitir que nos comparamos con otras personas de diferentes maneras. Casi todos desearíamos cambiar algo acerca de nuestro cuerpo. A los hombres les preocupa y se comparan respecto a la complexión, figura, altura, peso, abundancia o escasez de cabello o barba. Un gran estómago o una figura demasiado delgada; la falta de cabello o el exceso de vello corporal; las “bubis” masculinas o el tamaño del pene; todas estas características inquietan a los hombres.

Origen de la vergüenza corporal. Este sentido de la vergüenza por el cuerpo viene de los mensajes recibidos desde la niñez, pasando por la adolescencia, a la edad adulta. Uno de estos mensajes es: ciertos tipos de cuerpo, formas o características son defectuosas y se deben corregir. Nos enseñan a avergonzarnos de nuestro cuerpo en lugar de aceptarlo y quererlo. Muchos mensajes vienen de nuestros padres, quienes nos hacen sentir mal por ser demasiado pequeños, tener el cabello lacio, una cabeza muy grande o la nariz aguileña. También hay una presión social constante a través de los modelos en las revistas, la publicidad y el cine. ¿Quién no quiere tener unos abdominales perfectos como los del modelo en el anuncio de televisión?

Para contrarrestar el efecto de la vergüenza.

1. Mírate al espejo, descubre y reconoce esas partes de tu cuerpo que te gustan y a las que nunca renunciarías. Idealmente, tendría que ser cada parte de tu físico. Después de todo, cada una te da una razón para apreciarla: los sentidos del gusto, tacto, vista y oído te permiten conocer y disfrutar del mundo; los brazos y las manos te facilitan el contacto con los demás y contigo mismo; las piernas y los pies te sostienen y te llevan a donde desees ir; el cuello apoya tu cabeza. Encuentra inspiración en otros. Observa cómo aceptan y disfrutan en ellos características físicas parecidas a las tuyas.

2. Revisa cómo percibes los comentarios de los demás. Esto puede ser un proceso largo de cambio, pero que vale la pena. Cuando alguien critique tu cuerpo, puede ser por dos razones: la persona está hablando desde sus propias inseguridades y la vergüenza con respecto a su cuerpo; lo que dice no te define y no define a tu cuerpo, es tan solo su opinión.

3. Prueba a recibir los cumplidos que te hacen, por ejemplo, con respecto a tu sonrisa, tu mirada, tu voz, tus manos o tus piernas. Acepta el hecho de que estas características les parezcan atractivas y disfrútalo. Hacerlo equilibra la percepción que tienes de ti mismo.

4. Recuerda que somos más que estructura ósea, nivel de grasa corporal, color de piel o tamaño. Somos emoción, mente, ideas, sentidos, personalidad, amor y empatía. Todo esto nos hace humanos.

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