¿Qué te impide cambiar?

Vida 13/03/2018 05:18 Víctor Jiménez Actualizada 05:26
 

Ante los cambios es común sentir ansiedad, temor, incluso angustia. Y tú, ¿cómo reaccionas a los cambios inevitables en la vida? Los aceptas de buena gana y cooperas con lo inevitable o sufres porque desearías que las cosas se mantuvieran sin cambiar. Esta última actitud, resistirse al cambio, desgasta nuestro cuerpo, nos cansa mentalmente y desinfla el ánimo. Comprender qué nos lleva a resistirnos a los cambios podría ser un primer paso para dejar la renuencia a lo nuevo y diferente. Revisa las siguientes formas de resistirse al cambio e identifica cuáles se aplican a ti:

1. Atorarse en la negación. Nos resistimos a aceptar que un cambio es necesario, o está por llegar. Nos negamos a salir de nuestra zona de confort, donde todo es familiar y conocido. Claro, salir de la comodidad implica enfrentarse a tierras salvajes, sin explorar.

2. Paralizarse por temor. Algunas creencias resultan paralizantes, sobre todo las relacionadas con el temor al qué dirán, al resultado, a lo nuevo. Dudas acerca de lo que podría resultar de un cambio nos limitan cuando queremos probar una nueva estrategia, cambiar de empleo, separarnos de la pareja o comenzar una nueva vida al lado de alguien amado. Todas estas decisiones implican cambios y muchas veces se les ve como una amenaza paralizante.

3. Enfocarse en el problema en lugar de la solución. Muchas veces, cuando nos encontramos con un cambio repentino e inesperado, ponemos toda nuestra atención en lo negativo y en los problemas. Al concentrarnos en el problema, atraemos más pensamientos negativos acerca de otros aspectos de nuestra vida y nos entregamos al pesimismo. Obviamente, esto consume nuestra energía mental y física. Olvidamos que los cambios están presentes en nuestra vida para ayudarnos, no para hacernos daño.

4. Hacer siempre lo mismo. Recurrimos únicamente a soluciones que han funcionado en el pasado para resolver problemas nuevos. Hacemos lo que siempre hemos hecho anteriormente, con muy malos resultados. Bien decía Albert Einstein: “Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”. Esta idea nos invita a probar nuevas posibles soluciones, a cambiar de estrategia, a darle la bienvenida al cambio constante de las cosas.

5. Desacreditar nuevas opciones de cambio o solución. La forma más común de manifestar esta resistencia al cambio es con este tipo de frases: “Sí entiendo, pero nunca va a funcionar”, “Sí, es una gran idea, pero ahora no tenemos tiempo para eso” o “Sí es una bonita chamarra, pero realmente quieres usar eso para el trabajo?”. Esto evidencia el deseo de aferrarse a las formas viejas de hacer las cosas.

6. Negarse a hacer un esfuerzo. Nos resistimos a aprender cosas nuevas porque requiere de un esfuerzo extra. Estamos enamorados de las rutinas, a tal punto que nos aferramos a ellas con todas nuestras fuerzas. Entonces, evitamos transformaciones que alteran el orden acostumbrado, pues incrementan el estrés e involucran riesgos. La rutina nos hace sentir seguros. La rutina hace nuestras actividades predecibles y estables. Por esto, cada vez que hay que cambiar algo o enfrentarnos a algo nuevo, nos resistimos.

7. Experiencia previa con los cambios. La experiencia pasada determina nuestras actitudes. Uno aprende a reaccionar a los cambios en la familia de origen. De las actitudes que padres y hermanos tenían hacia lo nuevo y desconocido depende cómo lo percibimos y recibimos. En la infancia aprendemos al observar las reacciones de hermanos, vecinas, maestras y padres. Si en tu familia o entorno se apreciaba el cambio como un reto, es probable que tengas una visión más optimista que la de quien creció en un hogar donde se consideraba el cambio como una experiencia indeseable o temible.

Sígueme en facebook.com/vjimenez67

Google News - Elgrafico

Comentarios