¿Sabías que hay personas adictas a los adictos?

13/01/2015 18:53 Víctor Jiménez Actualizada 18:53
 

Una persona puede ser adicta al sexo, a las compras, al trabajo o a las drogas, pero también puede ser adicta a rescatar de su trampa a un adicto. Se trata de la codependencia. El codependiente asume como su meta en la vida que el alcohólico deje de beber, que el adicto al juego vuelva al “buen camino”.

Sin embargo, se encuentra en una relación “de ayuda” en la que no ayuda pues, con sus acciones, permite y fomenta la adicción del otro, su inmadurez e irresponsabilidad. Los rescatadores de los adictos son esposos de mujeres alcohólicas que niegan el problema de su pareja, padres de holgazanes que solapan su actitud irresponsable y chicas que niegan ser víctimas del maltrato verbal de su novio. Tú mismo podrías tener algunas actitudes de codependencia, sin ser consciente de ello. He aquí algunos comportamientos típicos de quien se encuentra en una relación disfuncional de codependencia. 

El codependiente: 

• Está convencido de que debe salvar al adicto para sentirse útil y valioso. Necesita ser necesitado. Tiene la esperanza de que el otro algún día reconozca y aprecie sus esfuerzos. 

• Asume que es su responsabilidad reparar los daños derivados de la imprudencia del dependiente. Así, vemos a un padre pagar las deudas contraídas por sus hijos, a una señora resolver asuntos legales producto de la negligencia de su marido y a un hombre disculparse por el comportamiento inapropiado de su esposa alcohólica en la fiesta familiar.

• Intenta cambiar al otro, resolver sus malas elecciones y controlar sus actos, por ejemplo, el uso de drogas, el manejo del dinero, los horarios y las amistades.

• Se rige por el “deber ser”. Se siente obligado a salvar al otro, como si de un niño indefenso se tratara. Le da en exceso, lo incapacita, pues no confía en sus propios recursos para salir adelante, manejar sus emociones, hacer cambios y tomar mejores decisiones.

• Se olvida de sus propias necesidades, descuida su salud y estado emocional. No es extraño que sufra de ansiedad o depresión.

• Generalmente tiene una historia de relaciones con personas adictas o narcisistas. Siente una atracción magnética hacia los dependientes, detecta fácilmente a quien “necesita” ser salvado. 

• Tiene un gran temor a perder la relación. Prefiere permanecer en esa situación de codependencia, disfuncional y destructiva, a enfrentarse a la separación. Por esto excusa las conductas nocivas y niega el problema del adicto. Lo hace para seguir gozando de su compañía y de la posibilidad de cambiarlo. 

• Siente pavor ante el cambio en la dinámica de la relación pues, al modificarse las condiciones de su vida, podría perder su identidad de rescatador o cuidador. 

• Encubre al adicto, lo justifica y lo disculpa constantemente con otras personas. Así evita que encare las consecuencias de sus actos. Se adapta a la disfunción del “desvalido”, se convierte en su cómplice.

• Pide ayuda y se queja, pero cuando se le brinda apoyo o consejo, lo rechaza. Asume el papel de víctima resentida; después de todo, ha hecho “todo lo posible” por salvar al dependiente, cuya negación al cambio es prueba fehaciente de que no lo ama.

¿Qué hacer contra la codependencia? Protegerse y cuidarse a uno mismo, balancear la responsabilidad propia y ajena, evitar sobre-responsabilizarse. Pero sobre todo, comprender que, tratándose de adultos, uno no es responsable de “componer” a otras personas. Todo esto se puede aprender en grupos de apoyo, a través de un libro o de la consejería y psicoterapia individual. 

 

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