Cuidado: Drogas en la escuela

ZONA G 05/02/2017 12:57 Redacción Actualizada 12:57
 

Por Irma Gallo

Según la última Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Estudiantes que dio a conocer el Instituto de Psiquiatría Ramón de la Fuente en 2014, en nuestro país 17.2 % de los alumnos de secundaria y bachillerato habían consumido alguna una droga.

El 10% correspondió al consumo de mariguana, 5.8% a inhalantes, 3.3% a cocaína y 2% a metanfetaminas. Si ven que la suma de los porcentajes rebasa el 17.2, quiere decir que algunos jóvenes están consumiendo dos o más sustancias. ¿Y saben qué es lo peor, papás y mamás? Que esto está ocurriendo afuera de las escuelas de nuestros hijos; es decir, en nuestras propias narices.

Según un trabajo de la unidad de periodismo de investigación de El Universal, por poner sólo un ejemplo, en la colonia Roma Norte hay un punto de venta a menos de cuatro cuadras de donde hay tres escuelas. De hecho, por cada dos escuelas hay una narcotiendita.

¿Qué podemos hacer?

Obviamente, no les voy a aconsejar que enfrenten a los narcomenudistas ni que le digan a sus hijos que lo hagan: esto sólo los pondría en riesgo y es muy poco probable que la escuela responda por ustedes (o por sus hijos, que sería su obligación), pero sí podemos poner en práctica algunas acciones preventivas:

1. Mantengan siempre la comunicación con tus hijos. Explíquenles que la adicción a las drogas sólo los meterá en problemas, tanto de salud como legales, y que hay drogas que con sólo probarlas una vez (las metanfetaminas y la heroína, por ejemplo) es muy fácil engancharse y volverse adicto.

2. Conozcan a sus amigos y a la gente con la que se juntan. Díganles que los inviten a la casa para que los conozcas, y si advierten algo que no les guste de alguien, observen, analicen, hagan preguntas y en dado caso, adviértanles acerca de lo que no les parezca bien acerca de esa persona.

3. Sé que con los chicos de prepa es cada vez más difícil porque ya se sienten autosuficientes, pero intenten recogerlos y/o dejarlos en la escuela por lo menos dos veces por semana. Una vez que se hayan bajado del carro, o si van en transporte público o a pie, que hayan entrado a la escuela, quédense un rato observando el entorno. Si notan algo fuera de lo normal (alguien que, evidentemente no tiene aspecto ni de alumno ni de maestro y que se acerca a los jóvenes para hablarles disimuladamente, o los quiere llevar a un lugar apartado) repórtenlo con las autoridades de la escuela. Repito: NO enfrenten ustedes a los presuntos narcomenudistas. Ni se les ocurra.

4. Sé que esto no suena muy pedagógico pero ni modo; a nuestros hijos les ha tocado vivir en una época mucho más peligrosa que la que nos tocó a nosotros: pídanles que abran la mochila en cuanto lleguen de la escuela y les muestren todo lo que traen. También, de vez en cuando, con el pretexto de ayudarles a ordenar su recámara, echen un vistazo para asegurarse de que no guardan drogas. Lo que sí les pido es que no entren a su habitación sin su permiso, cuando ellos no estén, porque entonces romperán el frágil hilo de confianza que se logra entre los padres y los adolescentes.

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